Custodia compartida

Crítica de Sol Videla - Alta Peli

Custodia compartida

El film comienza, efectivamente, con la lucha de una pareja sobre la custodia de sus dos hijos: Julien (Thomas Gioria), de 11 años, y Joséphine (Mathilde Auneveux), de 18.

Antoine Bresson solo pide compartir la custodia de su hijo pequeño, porque Joséphine, mayor de edad, se niega a verlo. La justicia actúa como sabe, limitándose al derecho. La norma usual que los jueces utilizan al decidir la custodia del hijo es la de los “mejores intereses del menor”, pero la justicia no siempre acierta. El niño estará con el padre y con la madre según un régimen estipulado de visitas. Desde su asiento, el espectador asume que esa es la solución más razonable.

A medida que Antoine comienza a ejercer sus derechos de paternidad sobre Julien, el temor del niño va aumentando. La desazón manifestada por el joven actor es angustiante y casi demasiado cruda y real para una película.

“Es un film emocional, pero también es una denuncia clara del patriarcado, de la violencia más sucia -la utilización del hijo por parte del padre acosador para llegar a la madre- y de lo inútil que puede ser la Justicia, aunque siga preceptos marcados”, afirmó el director  en una entrevista con la Agencia Efe luego de haber obtenido el León de Plata. “Creo que, ante este tema, no se puede cerrar los ojos por incómodo que resulte“.

Legrand ya había hecho un corto en 2013 sobre el mismo tema, Avant que tout perdre, con la misma actriz protagonista que hace el papel de madre en Custodia compartida, Lea Drucker.

Custodia compartida  resulta un drama familiar seco e implacable, desechando el sentimentalismo para tratar un tema más que actual como el de la desprotección y la impotencia de una víctima de maltrato frente a un abusador obstinado y bestial. Un hombre que maltrata tanto emocional como físicamente y es capaz de mirar a los ojos a su ex mujer, madre de sus hijos, llorando y repitiendo convencido que CAMBIÓ.

El director francés consigue arrastrarnos como espectadores por un camino considerablemente realista, en el que al principio podemos dudar de qué lado estar, en ciertos momentos nos pondrá en situación de Juez y abogado, aunque llegando al final no habrá dudas de la posición a tomar. Pero en ciertos momentos nos llevará a preguntarnos: ¿puede un hombre que maltrata a su mujer ser un buen padre?.

El drama en Custodia compartida va dejando paso a la angustia y luego al terror. El clímax da paso al desasosiego más absoluto. Porque aquí toda la acción se concentra en el final, y lo sentimos bruscamente porque a lo largo de la película pareciera no pasar nada.

En los rubros técnicos es destacable la cinematografía de Nathalie Durand, el correcto uso de los primerísimos primeros planos, y los enfoques y desenfoques que consiguen una puesta en escena en constante tensión.

En cuanto a sus protagonistas, Lea Drucker y Denis Ménochet (a quien tal vez reconozcan por su papel de Perrier LaPadite, el granjero francés del comienzo de Bastardos sin Gloria)  llevan adelante eficazmente sus papeles de madre víctima y padre violento, pero a quien hay que destacar en este film es al joven Thomas Gioria, quien conmueve a través de sus silencios y  nos hace experimentar lo que Julien sufre.

Conclusión

Custodia compartida resulta un thriller aterrador, que arrastra al espectador por los horrores que viven esa mujer y su hijo, con un final abrumador, movilizante, lleno de violencia y desesperación. Es admirable la manera elegida para contar una historia de violencia doméstica y  transmitir la impotencia de las víctimas de maltrato.

La realidad está delante de nosotros, pero solemos emitir juicios de valor variables de acuerdo a influencias circunstanciales. Custodia compartida visibiliza un problema REAL, que está a la vuelta de la esquina, y de alguna manera también denuncia los errores que puede cometer la justicia en estos delicados casos.