Curvas de la vida

Crítica de María Gabriela Losino - Cine y más...

Tras afirmar que su participación como actor en "Gran Torino" sería la última para dedicarse por completo a la dirección, Clint Eastwood retoma la profesión en este drama deportivo ambientado en el mundo del béisbol (un deporte no muy popular en nuestras tierras). Aquí encarna a Gus Lobel, uno de los mejores cazatalentos de esta disciplina que se niega a asumir que la avanzada edad se está comenzando a sentir, lo cual interfiere con su trabajo, especialmente porque está perdiendo la visión.

Sin embargo, este viejo cascarrabias muy similar al personaje de la cinta mencionada al comienzo de esta nota -quien puede diferenciar un golpe de bate tan sólo por cómo suena- se rehúsa a pensar en un posible retiro, pero todo indica que su carrera -haciendo referencia a la terminología propia de este deporte- está transitando las últimas entradas, ya que los que encabezan la dirección del equipo para el que recluta jugadores de las ligas menores (papeles a cargo de los actores Matthew Lillard y Robert Patrick), está comenzando a cuestionar su criterio. No así su jefe y amigo Pete (John Goodman), quien hace lo posible para ayudarlo.

En el que podría ser su último viaje para ver nuevos talentos, su hija Mickey (Amy Adams), quien forma parte de una importante firma de abogados a la espera de ser nombrada socia, posterga su ascenso laboral y arriesga su carrera para acompañar a su terco padre, quien no ha estado muy presente durante su niñez, ya que no se sentía preparado para ser un padre soltero después de la muerte de su esposa.

En Carolina del Norte, mientras todos ponen sus ojos en el fenómeno de bateo más famoso del país con posibilidades de ser reclutado, el arrogante Bo Gentry (Joe Massingill), ambos se ven obligados a pasar bastante tiempo juntos por primera vez en muchos años, poniendo en evidencia antiguas verdades acerca de su pasado y su presente que podrían cambiar su futuro.

Si bien la dirección de "Curvas de la Cida" estuvo a cargo del debutante Robert Lorenz, durante muchos años socio de producción de Eastwood y su compañía Malpaso Productions, la estructura y el desarrollo del film es muy similar al estilo que le imprime el actor de "Harry el Sucio" a sus propias cintas.

En lo que respecta al desempeño actoral, quien resalta es la talentosa Amy Adams cuyo personaje (una verdadera experta que lleva en la sangre el amor por el béisbol), es el que se redescubre a sí mismo y su relación con su progenitor, gracias a la ayuda de otro reclutador con un pasado como lanzador y con ansias de convertirse en locutor deportivo (encarnado por Justin Timberlake). Como bien dice el lema de la película "nunca es tarde para la última jugada".