Cuestión de tiempo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Comedia británica sencilla y placentera

No hay pena de amor que no se cure con el tiempo. Sobre todo, si uno puede volver el tiempo atrás y arreglar alguna macana, o perfeccionar un acierto. A los 21 años, el protagonista de esta placentera comedia británica descubre que los varones de su familia pueden viajar en el tiempo. El padre, tan módico y discreto como cabe esperar de un buen inglés, aprovecha esa ventaja para leer a gusto. El hijo tiene otros gustos.

La trama es simple y encantadora, en especial desde el momento en que nuestro personaje descubre a una chica deliciosa y se las ingenia para enamorarla a fondo. Pero al amor hay que alimentarlo, a los niños también, y eso no es todo. A esta altura, cabe aclarar dos cosas:

Primero, se viaja mediante un recurso muy sencillo, y el destino es siempre retroactivo y personal. Sólo se puede volver sobre la vida de uno. ¿Y el efecto mariposa? "Hasta ahora nos hemos cuidado de no arruinar la civilización", dice el padre, con aire de viajero amablemente fatigado. Todo es amable, lindo y placentero en esta película. Baste saber que el autor de la misma es Richard Curtis, el guionista de "Cuatro bodas y un funeral", "Un lugar llamado Nothing Hill", "Realmente amor" (que también dirigió), en suma, un exquisito autor de agradables ensueños.

Segundo, no habrá viajes para el común de los mortales, pero hay moralejas. Por ejemplo, a veces conviene dejar que pase algo malo (la experiencia es necesaria para corregirse). Y siempre conviene disfrutar a conciencia de esas cosas cotidianas que hacen "extraordinaria una vida ordinaria". Por ahí va la clave, aunque para decirlo la historia se alargue un poco más de lo conveniente.

Intérpretes, el pelirrojo Domhnall Gleeson, Rachel McAdams, con su naricita respingada de chica buena hasta que se mete en la cama, los veteranos Bill Nighy, Lindsay Duncan y Richard Cordery, que hace de tío tonto. Rodaje en las costas pedregosas de Cornwall (qué linda casita encontraron), el distrito londinense St. John's Wood (mejor que Palermo Soho) y un restaurant de la cadena "Dans le noir?" que existe de veras, y de veras es atendido por camareros ciegos (lo que parece más increíble que un viaje en el tiempo).