Cuentas del alma. Confesiones de una guerrillera

Crítica de Fernando López - La Nación

La historia individual también tiene todavía mucho que aportar a la revisión de los años más negros de nuestro pasado reciente. Probablemente destinado a generar debates, este film en torno de la historia particular de una ex guerrillera tiene la virtud de despojarse de prejuicios y de posturas dogmáticas y atender al relato -en última instancia la película es sólo (¿sólo?) el autorretrato de un ser humano cuya vida ha pasado por circunstancias y episodios poco comunes-, a sabiendas de que es en la compleja variedad de las zonas grises (y no en la cómoda simplificación del blanco y negro) donde se encuentran mejor explicados los comportamientos humanos.

Las cuentas del alma ya las había hecho Miriam P. cuando aceptó recibir, en 2008, al director Mario Bomheker, que la conocía por vínculos sociales y siempre tuvo presente su caso desde aquella conferencia de prensa difundida por la dictadura en marzo de 1976, donde ella se declaraba arrepentida. Había sido apresada en enero de ese año en Tucumán junto con su esposo, Walter, y después de la confesión se la supuso desaparecida. Enterado en 2007 de que la ex guerrillera del ERP estaba viva y residía desde 1983 en Israel, emprendió la búsqueda. En la entrevista que el film recoge en un estilo austero, que soslaya los cambios de plano y los movimientos de cámara, desecha prácticamente el material de archivo y reduce al máximo el papel del que interroga, Miriam expone su historia. Pero no se limita a su participación en la guerrilla, a la que llegó tras vincularse con otros grupos juveniles en los que halló pertenencia y contención, sino que se extiende al antes y al después personal. Desde la infancia, como miembro de una familia judía de Córdoba y criada -tempranamente huérfana- dentro de esa comunidad, hasta este presente en Israel, donde ha desarrollado una nueva vida, tras la extraña y prolongada peripecia que vivió, en Paraguay y bajo una identidad falsa, después de sortear la muerte a cambio de su declaración pública. Lleva allí casi 30 años y ha podido hacer su propio y doloroso examen de conciencia y reflexionar tanto sobre la responsabilidad que le cabe en cada una de sus decisiones del pasado como sobre la ideología y la violencia y sobre los valores que sigue defendiendo, y en especial sobre las múltiples y complejas causas del proceso que dio origen a los movimientos de liberación y que culminó en la dictadura y el terrorismo de Estado.

Bomheker interpretó que su testimonio -en más de un momento conmovedor- ayudaba a extender el campo de indagación para entender mejor una época capital de nuestra historia y favorecer la formación de una memoria social colectiva. Por eso, despojó la entrevista de accesorios innecesarios. La propia historia es suficientemente interesante para que basten la expresiva imagen de Miriam, su voz y sus palabras. A lo que hay que sumar el valor de las cuestiones que plantea (y aun de los interrogantes que pueda sugerir) para enriquecer un debate que sea de verdad honesto y abierto.