Cuatreros

Crítica de María Bertoni - Espectadores

La memoria de los insurrectos

Es extraordinario el material de archivo que Leandro Listorti recopiló para Cuatreros, quinto largometraje de Albertina Carri que se estrenará en Buenos Aires la semana próxima, poco antes de exhibirse en la sección Foro del 67° Festival de Cine de Berlín. A título ilustrativo vale citar el fragmento de la entrevista televisiva que Betty Elizalde le hizo a Leopoldo Fortunato Galtieri apenas asumió el mando del sanguinario Proceso de Reorganización Nacional, y la publicidad de cigarrillos que la modelo y militante montonera Marie Anne Erize Tisseau protagonizó cuatro años antes de desaparecer a manos de la dictadura cívico-militar.

Por momentos cuesta asimilar la información derivada de esos y otros hallazgos que la realizadora proyecta en tres -a veces cinco- pantallas simultáneas, y que articula a partir de apreciaciones personales sobre arte, política, historia. El esfuerzo mental vale la pena: permite descubrir nuevos senderos que conducen a la inagotable reflexión sobre el ejercicio individual, colectivo, audiovisual, literario de la memoria.

Los pormenores de un improbable proyecto de largometraje sobre el bandido rural Isidro Velázquez constituyen el punto de partida de esta suerte de desprendimiento cinematográfico de la muestra multimedia que Albertina montó a fines de 2015 en el Parque de la Memoria. Operación Fracaso y el sonido recobrado se tituló esa obra que, según reseñó Mariana Lerner para la revista Los Inrockuptibles, estaba compuesta por varias secciones o instalaciones. Una se llamó ‘Investigación del cuatrerismo’.

En su película, Carri traza una línea histórica entre Velázquez, sus padres Roberto y Ana María (participantes de la lucha armada contra la dictadura de 1976 y desaparecidos desde 1977) y ella misma. Si los cuatreros transgreden la norma, atentan contra el orden, cuestionan el poder hegemónico, entonces estamos ante tres prototipos de insurrectos, esculpidos en distintos episodios de la historia argentina.

Los espectadores interesados en analizar el desempeño de nuestros medios de comunicación -en especial de nuestros noticieros de televisión- encontrarán unos cuantos segmentos ilustrativos de la subordinación al poder de turno. Por si no dijeran demasiado por sí solos, la realizadora a veces los contrapone en una misma instancia.

El relato en off imita el discurrir -a veces contradictorio- de la conciencia. “Para sobrevivir también hay que olvidar” (se) dice Albertina en un intento por detener -o al menos disminuir- el caudal de recuerdos erigidos en torno a anécdotas personales y familiares, declaraciones propias y ajenas, películas vistas, lugares visitados, reflexiones varias.

Como el “cronométrico Funes“, la autora de Los rubios, La rabia, Géminis, 23 pares también lucha contra la hipermnesia. Además de material de archivo pocas veces visto, Cuatreros presenta una inesperada arista borgeana.