Cuatreros

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Albertina Carri debe ser una de nuestras realizadoras más (sino la más) personales en actividad.
Su obra se divide entre trabajos de ficción y documentales en los que gusta de bucear en las formas. Siempre provocativa de los espacios establecidos.
Su última incursión en el cine data de 2008, en el mientras tanto creó uno de los mejores festivales locales de cine como lo es el Asterisco, expresó varias luchas sociales como figura del arte y ciudadana con derechos, y despuntó el vicio con algunas series de Tv como la maravillosa 23 pares.
Pero era hora de regresar a la pantalla grande, y lo hace con todo, como si hubiese dejado a sus seguidores ahí, aguardándola desde la incursión a su historia que fue Los rubios.
"Cuatreros" habla de lo imposibilidad de concreción, de su historia familiar, de cine, y por supuesto, de sí misma, cada fotograma habla de sí misma, y no solo porque lleve una narración en off omnipresente.
Hacía tiempo que Albertina quería llevar a la pantalla la historia de Isidro Velázquez, el último gauchillo alzado de la Argentina, según sus palabras. Mítico personaje del Chaco, el padre de Carri oportunamente escribió sobre él; lo cual la habilita para hacer una narración paralela.
Porque, en definitiva, Cuatreros no es un documental sobre Velázquez (para eso pueden ver online Isidro Velazquez, La Leyenda del Sapucay de Juan Richieri); es una experiencia que habla sobre la investigación sobre la historia del caudillo, la obra del padre de la realizadora desaparecido junto a su esposa en la última dictadura, y sobre su propia visión del cine. Como si fuese un work in progress que se pierde en su introspección y nos invita a un viaje riquísimo.
Si ya conocen sus películas, sabrán que su cine no es el más convencional. Aún en obras como La Rabia o Gémenis, sus ficciones más “lineales”, hay un desafío al espectador en provocar todo tipo de sensaciones encontradas y sugerentes.
Cuatreros estará más cerca de No quiero volver a casa y por supuesto, Los Rubios. Hay una necesidad ahí de hacer catarsis con todos nosotros, de buscar el límite y pretender que nos perdamos; bienvenido sea.
No será esta quizás, la oportunidad para descubrir a su directora si no se está acostumbrado a un estilo narrativo disruptivo, sin un hilo conductor claro, fijo; quienes busquen la comodidad de lo básico (sin menospreciar) pueden salir descontentos. Quienes ya estén acostumbrados a su modo de expresar, encontrarán una Albertina Carri evocativa, plena, que nos propone dividir la pantalla en cuadros varios sin que nos sea posibles verlos a todos, debemos elegir “una historia” para seguir.
Con un relato hablado que por más que esté todo el tiempo, no abruma ni sobre explica, acompaña esa inmensa cantidad de material de archivo propio como si fuésemos un ojo curioso en una intimidad que se quiere, se necesita, compartir.
Cuatreros es la obra de una realizadora convencida de sus modos y formas, que nos interpela a modo de retórica, pero tiene ideas muy caras, y una historia tan fuerte que merece ser contada, a los gritos. Para convencionalismos, los demás.