Cuando yo te vuelva a ver

Crítica de Victoria Varas - La Voz del Interior

Otra oportunidad

Durante años las historias románticas del séptimo arte han sido capitalizadas por parejas en "la flor de la edad", pero de un tiempo a esta parte el cine se ha animado a extender la franja etaria apostando a dúos protagónicos que atravesaron el meridiano de los 50. La premiada Amour, Hope Springs, o la local Elsa y Fred son algunas de las cintas que surcaron el camino por el que también decidió aventurarse Rodolfo Duran. El director convocó a Ana María Piccio y Manuel Callau para narrar la historia de un amor que tras 36 años de interrupción se juega una segunda oportunidad.

Paco vuelve a su suelo natal después de pasar más de tres décadas en España. El motivo del regreso es el casamiento de su mejor amigo, en el que Margarita presta servicio de catering junto a su joven y atractiva socia. Contrariando las predicciones por única vez, el guion no reencuentra a los protagonistas en la boda, él la reconoce a ella en un video de la fiesta que filma un sobrino pretendidamente freak. Mientras se posterga el reencuentro, la cinta gira hacia atrás en una serie de flashbacks que llevan al espectador a los escasos 20 días de relación entre Margarita y Paco, en la década de 1970.

Exacerbando el estereotipo y cediendo a los clisés, la película salta al pasado de dos jóvenes con uniformes hippies, portadores de sueños que en la vuelta al presente se ven truncados. La Margarita actual es más sólida, interpretada por una Piccio que ha resignado la impronta picaresca de su registro actoral para configurar una creíble viuda desganada, que lleva el orgullo como marca central de su personalidad. Con ayuda de su hermano (encarnado por el preciso Awada), el tímido Paco se acerca finalmente a su enamorada, y el guion apresura los hechos, revelando secretos no tan secretos y cediendo al inoportuno termostato del melodrama.

El elenco que secunda a la dupla protagónica aporta otros matices a la historia. La dramaticidad se incrementa en la relación madre-hija, la comicidad asoma en la lujuria de Awada y la ternura aflora en la naturalista actuación de la pequeña nieta de "Marga". Colores más, colores menos, la película no llega a ponerse al lado de otros ejemplares logrados del género. La elección musical es desacertada y el guion carece de esmero, pero valga la intención de contar y de darle otra oportunidad al amor y al cine nacional.