Cuando los chanchos vuelen

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

El chancho de los huevos de oro

Si la paloma es el símbolo de la paz y el chancho es un animal terrestre, no espere eso de esta película.

Si analizamos esta comedia absurda, Cuando los Chanchos Vuelen, bajo el filtro de la geopolítica la historia se presentaría así: Jafaar, el protagonista, es un pescador que tiene tanta mala suerte que un día su red le trae un chancho. Jafaar es un palestino humilde, vive en una casa humilde con su esposa y en su terraza hacen guardias dos soldados. Todo esto sucede porque vive en la Franja de Gaza. En esa Zona de Conflicto, existe una colonia de israelitas, por lo tanto judíos, que podrían ser considerados como los antagonistas de esta historia. Para las dos culturas el chancho se presenta como el conflicto ya que es considerado como un animal prohibido pero se vuelve un interés cuando Jafaar empieza a comercializar el semen del porcino.

Hasta acá la historia es entretenida y llevadera gracias a la actuación del actor Sasson Gabai (La Visita de la Banda) y de todas las peripecias que tiene que realizar para: primero, tratar de aniquilar el chancho; segundo, intentar venderlo; tercero, todas las circunstancia por las que tiene que pasar para estimular al chancho y sacar lo mejor de él. Pero desde el momento en que Jafaar es descubierto por su colectividad la película cambia radicalmente, se modifica el tono: deja de ser absurda a incomprensible encaminándose hacia un final de diferentes interpretaciones.

En tanto, la postura el director uruguayo, Sylvain Estibal (pero radicado en Francia), es tener una mirada neutral ante la ocupación en el territorio gazací e interponiendo entre ellos un animal -que podría ser la representación del demonio- para llevar la paz.