Cuando las luces se apagan

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Así no hay quien duerma

La luz, la oscuridad, puertas que se cierran o se abren solas, un caserón medio aislado, presencias inquietantes ¿o es sólo sugestión de sus protagonistas?

Ninguno de esos elementos faltan en "Cuando las luces se apagan". Tampoco un niño en peligro -el epítome del bien contra el mal- es ajeno a esta película que, después de unos primeros minutos en los que parecen concentrarse todos los lugares comunes, comienza a profundizar en el conflicto central: algo pasa en esa casa cuando llega la noche.

Basada en un corto del director David F. Sandberg, el mismo que está dirigiendo la secuela de "Annabelle", aquel filme de 2014 sobre una muñeca maldita, la trama toma impulso cuando se involucra la hermana del nene que años antes había huido su casa por los desequilibrios mentales de su madre.

Cuando su hermanito empieza a padecer los mismos problemas, resuelve averiguar qué hay detrás de todo esa espiral de locura que devastó a su familia y a ella misma. A todos los elementos del principio que delinean el clima ominoso, el director añade los recursos técnicos habituales para acentuar el suspenso, en una película que deja algunos interrogantes, pero que se queda a mitad de camino entre el terror sicológico, el gore y lo sobrenatural.