Cuando las luces se apagan

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

El suceso que tuvo el director James Wan con las sagas de El juego del miedo, La noche del demonio y El conjuro hizo posible que en la actualidad su productora pueda impulsar las carreras de nuevos cineastas dentro de este género.
David F. Sandberg era un aficionado a las historias de horror que no contaba con ningún antecedente en el mundo del cine y tampoco había estudiado una carrera para convertirse en realizador. En el 2013 filmó un corto amateur con su esposa en su departamento y al poco tiempo se convirtió en un fenómeno viral en internet que registró más de 150 millones de visitas.
El trabajo de Sandberg llamó a atención de James Wan, quien decidió gestar este proyecto con su productora para expandir la historia que proponía el corto.
De esa manera, el director amateur obtuvo la chance de debutar en el cine con una ópera prima financiada por el estudio Warner Bros.
La buena recepción que tuvo Cuando las luces se apagan en la prensa norteamericana y la taquilla insertaron a Sandberg en Hollywood y le permitieron iniciar una carrera como director.
El film es una propuesta decente dentro de este género que sobresale especialmente por las interpretaciones de Teresa Palmer (Mi novio es un zombie) y Maria Bello y el desempeño del director para construir buenas situaciones de tensión.
La película logra ser entretenida pese a las debilidades del guión que afectaron una propuesta que podría haber sido más interesante.
El hecho que el fantasma de la trama mate gente como si se tratara de Jason Voorhees le quita gracia a un relato que trabajaba un concepto atractivo, especialmente desde los aspectos psicológicos.
El director Sandberg maneja mejor la narración del film cuando la presencia maligna del espíritu se manifiesta sutilmente ante las protagonistas que en las escenas clásicas de susto que resultaron más trilladas.
La aterradora Diana es muy efectiva cuando se la retrata a través de sombras o planos alejados que las escenas donde la cámara la registra en primer plano.
Más allá de algunas objeciones que se le pueden hacer al argumento, Cuando las lucen se apagan logra brindar algunos sustos y termina siendo una película mucho más decente que Anabelle.
Obviamente no se la puede ubicar a la misma altura que las entregas de El conjuro o Mamá (de Andrés Muschietti), pero tampoco decepciona como tantos filmes malos del género que se estrenaron en el último tiempo.