Cuadros en la oscuridad

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

La nueva película de la directora Paula Markovitch (El premio) es una historia de ficción que sirve como homenaje a su padre, el artista plástico Armando Markovitch.
Al igual que el protagonista de Cuadros en la oscuridad, Armando Markovitch pintó cientos de cuadros sin nunca llegar a exhibirlos. Su hija, la directora y guionista Paula Markovitch, homenajea su memoria y su legado a través de una historia de ficción minimalista rodada en Córdoba.

Marcos es un hombre de más de sesenta años que trabaja en una estación de servicio, pero puertas adentro de su casa es un prolífico artista plástico. En su vida solitaria irrumpe un niño preadolescente, Luis, que entra a su casa creyendo que estaba deshabitada. Ese muchacho se termina convirtiendo en el único testigo de la obra de toda una vida.

Markovitch narra su pequeña historia a través de, en su mayoría, largas escenas de contemplación. Con gran cantidad de escenas sin diálogos -y en las que lo tienen éstos suelen lucir, a simple vista, intrascendentes-, se pretende retratar estas dos soledades que se encuentran y al mismo tiempo permite toda una reflexión alrededor del arte.

¿Para quién creamos obras artísticas? ¿Qué objetivo tienen si nadie las ve? ¿Sirve una obra que no es vista por nadie y por lo tanto no puede ser debatible? ¿Puede el arte tener una función meramente individual? ¿Nos puede salvar el arte? ¿Acaso no es posible refugiarse en él?

Pero no es lo único sobre lo que invita a reflexionar esta película chiquita. Además de pensar incluso en la permanencia del arte, también introduce el tema de la última dictadura, que el pintor vivió en primera persona y eso lo llevó a encerrarse y convertirse en un artista sólo en su casa, sin que nadie lo sepa. Así, la directora pone en foco un tema poco tratado: el insilio.

Aunque está construida con mucha sensibilidad, y cada uno de los actores -incluso unos cuantos no profesionales-, se desenvuelven de manera natural, el film por momentos se siente reiterativo y se llega a sentir pesado en ese aletargamiento que, de todos modos, se siente buscado. Sobresale la dirección de arte, en especial con esa casa en ruinas, y de fotografía, aprovechando esas obras, logrando captar incluso texturas.