Cry Macho

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Cincuenta años atrás una estrella del cine llamada Clint Eastwood debutaba como director con Play Misty For Me. Tenía cuarenta años y varios éxitos en su carrera. 1971 también fue el año de otro salto gigante al protagonizar Harry el sucio. El actor y el director crecieron en paralelo durante las siguientes décadas y poco a poco se transformaron en uno. También productor de muchos de sus films, cuando le preguntaron a Clint Eastwood como pudo construir una filmografía tan prolífica, taquillera y personal él solo se limitó a decir: Nunca me pasé de presupuesto, nunca me pasé de los días de rodaje planificados. En un mundo que hace culto del artista caótico, autodestructivo y problemático, Eastwood hizo una carrera extraordinaria sin tanto show ni provocaciones.

Esa carrera personal tuvo toda clase de films, más livianos, más siniestros, más ambiciosos o más humildes. Algunos se volvieron clásicos de todos los tiempos, otros pasaron sin pena ni gloria. Pero tanto como actor como director, Clint Eastwood ha logrado construir una obra gigantesca. Cada nueva película es una marca más en ese camino. Cuando uno analiza una nueva película de Clint Eastwood, sabe que con cada papel incluye todos los que ha hecho antes como actor y todos los temas, obsesiones y estética de toda su filmografía como realizador. Él también lo sabe y Cry Macho no es una excepción a esta regla. Cada nuevo film charla con todos los anteriores.

Mike Milo (Clint Eastwood) es una vieja estrella del rodeo cuya edad dorada ha quedado atrás hace mucho tiempo, luego de una lesión. Un viejo amigo y empleador, Howard Polk (Dwight Yoakam) quien lo había despedido en 1979, lo llama un año más tarde para pedirle un favor. Mike deberá ir a buscar a Rafael (Eduardo Minett), el hijo de su exjefe, a México, donde vive con su madre. El joven, ahora adolescente, es más problemático de lo que parece y la madre tal vez no quiera que se lleven a su hijo. El trabajo no es tan sencillo como parece.

Para Clint Eastwood esta es una historia que le permite volver sobre sus temas favoritos. La idea del legado, de la enseñanza, de la paternidad. Desde Honkytonk Man a Gran Torino, pasando por Un mundo perfecto, Poder absoluto y Million Dollar Baby, Clint Eastwood se pregunta acerca de los modelos que van marcando la vida de los jóvenes. Este tema aparece en más títulos, pero en estos títulos está más presente. Cry Macho invierte algunas de sus fórmulas favoritas, pero siempre juega con ese tema. En algunos de sus films su personaje es capaz de cuidar y salvar a los jóvenes, dándoles un mejor futuro, a veces fracasa y el tono del film es oscuro y desesperado. En la mayoría él se ofrece en sacrificio para la salvación de la siguiente generación.

En Cry Macho hay tres personajes importantes, una trinidad que se une y se protege. Mike, Rafael y Macho, el gallo de riña del joven. La ausencia de uno haría la supervivencia de los otros. Mike se convertirá en el maestro de Rafael, quien desde México idealiza y ama la vida de los cowboys. Pero Mike aprenderá también del joven e iniciará un camino hacía su redención. Mike no tiene un pasado malo, tan solo un dolor el cual no ha podido escapar durante años. Ya no es el viejo malhumorado de gran parte de los últimos films de Eastwood, sino más bien un hombre que carga con una angustia que lo ha ido consumiendo poco a poco.

Estéticamente la película sigue la línea clásica de Clint Eastwood y en la escena inicial está todo dicho. El viejo cowboy yendo en su viejo pickup a ser despedido. Eastwood hace westerns crepusculares desde el comienzo de su carrera, más allá de algunas despedidas más concretas. Pero se mantiene leal a su estilo y a la nunca llamativa forma clásica de filmar. ¿Cuántos directores revolucionarios llegaron y se fueron en estos cincuenta años mientras Clint sigue adelante? Aquí va, como los grandes veteranos que él tanto admira, a lo sencillo, lo simple, lo esencial. Sus temas y su estética despojadas de cualquier elemento extra. Con citas visibles a varios de sus films, haciendo un film contemporáneo y a la vez dentro del western, entrando en otra nueva década de su obra.

Tiene su personaje femenino fuerte y noble, tiene una referencia religiosa poderosa, tiene la sabiduría de dudar y la grandeza de reconocer que las certezas se vuelven complicadas con el correr de los años. Estas son cosas que siempre han estado en su obra, pero aquí se concentran más, aparecen en estado puro. Hay una mirada más optimista que en algunos de los films mencionados. Este giro, paradójicamente, puede ser la señal de una despedida. Pero la verdad es que hace décadas que se despide. En lugar de pontificar y bajar línea, como suelen hacerlo con firmeza los mediocres, Clint Eastwood se sienta a escuchar y aprender. Es el héroe cowboy que siempre ha sido, pero se reserva un lugar más amable y menos espectacular. Sabe que sus años de gloria han quedado atrás. La novedad es que ahora no solo le preocupa su legado, también quiere encontrar un lugar feliz para él. Otro paso en una obra enorme. Clint Eastwood, cincuenta años dirigiendo cine de verdad.