Cruzadas

Crítica de Juan Carlos Di Lullo - La Gaceta

Las hermanas sean unidas

Filmar en Argentina no es fácil. Una producción debe vencer una impresionante cantidad de adversidades y de complicaciones para llegar al estreno en las salas comerciales. Sin los subsidios estatales, la actividad sería prácticamente imposible. Sin embargo, en los últimos años, los títulos de producción nacional fueron aumentando en cantidad y en calidad. En algún punto, y gracias al esfuerzo y al talento de actores, técnicos, guionistas y productores, la industria llegó a garantizar un buen nivel de realización y el público respondió con una concurrencia a veces masiva a las salas para ver las películas. Parecía que ya se había superado un umbral de calidad y que la vuelta atrás era imposible.

Esta película de Diego Rafecas viene a demostrar que se puede retroceder. El director asume demasiados roles (actúa, produce, dirige, escribe) y su tarea hace agua en todos los niveles. El guión es muy pobre, previsible, plagado de lugares comunes, desprovisto de comicidad. El ambiente del multimedio está pintado con un esquematismo ingenuo y el de la bailanta parece ser sólo un pretexto para mostrar en la pantalla grande una colección de traseros rozagantes y de atuendos chillones y cuajados de brillos.

Los actores están desaprovechados y sometidos a situaciones que rozan el ridículo. Pinti (excesivamente maquillado) sobreactúa sin control, Moria y Nacha no logran calzar en los estereotipos que les asignaron y los roles secundarios no les dejan a los actores (Majluf, Rissi, Lemos, Belloso) mucho margen para el lucimiento. Rafecas se reserva el rol "cómico y zafado" y es tal su escasez de recursos que el resultado es patético. En una de las primeras escenas, el personaje que encarna Nacha Guevara aparece ensayando una cumbia en el escenario del club que regentea. A Nacha, que sin dudas es una show woman de primer nivel, se la ve desganada y poco convencida en el número musical. Casi una definición de lo que pasa en toda la película.

Esta película de Diego Rafecas viene a demostrar que se puede retroceder. El director asume demasiados roles (actúa, produce, dirige, escribe) y su tarea hace agua en todos los niveles. El guión es muy pobre, previsible, plagado de lugares comunes, desprovisto de comicidad. El ambiente del multimedio está pintado con un esquematismo ingenuo y el de la bailanta parece ser sólo un pretexto para mostrar en la pantalla grande una colección de traseros rozagantes y de atuendos chillones y cuajados de brillos.

Los actores están desaprovechados y sometidos a situaciones que rozan el ridículo. Pinti (excesivamente maquillado) sobreactúa sin control, Moria y Nacha no logran calzar en los estereotipos que les asignaron y los roles secundarios no les dejan a los actores (Majluf, Rissi, Lemos, Belloso) mucho margen para el lucimiento. Rafecas se reserva el rol "cómico y zafado" y es tal su escasez de recursos que el resultado es patético. En una de las primeras escenas, el personaje que encarna Nacha Guevara aparece ensayando una cumbia en el escenario del club que regentea. A Nacha, que sin dudas es una show woman de primer nivel, se la ve desganada y poco convencida en el número musical. Casi una definición de lo que pasa en toda la película.

Esta película de Diego Rafecas viene a demostrar que se puede retroceder. El director asume demasiados roles (actúa, produce, dirige, escribe) y su tarea hace agua en todos los niveles. El guión es muy pobre, previsible, plagado de lugares comunes, desprovisto de comicidad. El ambiente del multimedio está pintado con un esquematismo ingenuo y el de la bailanta parece ser sólo un pretexto para mostrar en la pantalla grande una colección de traseros rozagantes y de atuendos chillones y cuajados de brillos.

Los actores están desaprovechados y sometidos a situaciones que rozan el ridículo. Pinti (excesivamente maquillado) sobreactúa sin control, Moria y Nacha no logran calzar en los estereotipos que les asignaron y los roles secundarios no les dejan a los actores (Majluf, Rissi, Lemos, Belloso) mucho margen para el lucimiento. Rafecas se reserva el rol "cómico y zafado" y es tal su escasez de recursos que el resultado es patético. En una de las primeras escenas, el personaje que encarna Nacha Guevara aparece ensayando una cumbia en el escenario del club que regentea. A Nacha, que sin dudas es una show woman de primer nivel, se la ve desganada y poco convencida en el número musical. Casi una definición de lo que pasa en toda la película.