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Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Al comienzo, durante la infancia, hacer alguna actividad deportiva es un divertimento, un juego, un modo lúdico de aprender ciertas reglas de convivencia entre compañeros. Luego, con el paso de los años, muchos prueban distintas disciplinas, pero sino los satisface ninguna, abandonan por completo la actividad física. Aunque hay otros que tienen suerte al encontrar su “deporte” y lo abrazan con firmeza hasta el último aliento.
De eso se trata este documental dirigido por Verónica Schneck que se inmiscuye en el mundo de la natación, más precisamente en las carreras de largo aliento, llamadas maratones de aguas abiertas, y se focaliza especialmente en la competencia internacional de la clásica Santa Fé-Coronda que se realiza desde 1961.
La directora entrevista a los protagonistas y herederos de los que inspiraron e impulsaron la creación de esta carrera, como Teresa Plans, que actualmente vive en un geriátrico y es una leyenda en Coronda por haber realizado en 1952 un raid uniendo Paraná-Coronda en 24 horas, cuando lo tendría que haber hecho en 12 horas, pero una tormenta la retrasó.
A la vez, para trazar un puente generacional, la cámara sigue a la actual exponente de este tipo de competencias, Pilar Geijo, en la previa, durante y al finalizar una nueva edición de la Santa Fé-Coronda.
De algún modo la directora va y viene en el tiempo, recurriendo no sólo a los testimonios de los protagonistas de la historia, sino también, a fotos de la época y archivos fílmicos, todos en blanco y negro.
El relato es prolijo, sin mayores pretensiones que documentar un evento deportivo que ocurre todos los veranos, donde concurren nadadores de distintos países que son de elite, y que paraliza a la ciudad, congregando a una innumerable cantidad de público a la orilla del río para ser testigos privilegiados de semejante gesta.
El entrenamiento, el esfuerzo y sacrificio, es habitual en el espíritu de los corredores. Cada brazada más rápida marcar un menor tiempo al anterior, tener el fuego sagrado y el espíritu competitivo es el corazón que prevalece tanto en los amateurs como en los profesionales. Aquí apreciamos las dos caras de la misma moneda. Todos sienten orgullo por lo que hacen y logran.
Las emociones que se manejan en la película son mínimas, exactas. Los recuerdos de los que ya no están, el no poder volver a ser lo que uno fue y las frustraciones que marchitan el alma, atraviesan a todas las generaciones representadas en esta realización.