Crímenes imposibles

Crítica de Ayelén Turzi - Ayi Turzi

Parece ser que, tras un accidente de tránsito, Lorenzo (Federico Bal) deja su vocación de escritor para convertirse en detective. Investiga, sin mucha suerte al principio, una serie de crímenes. El destino cambia cuando conoce a Caterina, una monja que se adjudica los asesinatos, dándole información que sólo alguien que estuvo en el momento en que se perpetraban podría tener.

Empiezo la reseña con “parece ser que” porque en Crimenes imposibles las apariencias no son de fiar. Empezando por su protagonista. Fede Bal logra despegarse por completo del personaje mediático y componer un detective sólido y creíble, incluso con cambios a su look habitual. Lo apuntala en ese sentido la ya experimentada en cine de género Sofia del Tuffo (Luciferina), que le da cuerpo a la misteriosa y por momentos ambigua monja. El argumento tiene un par de vueltas de tuerca que, como siempre, resultan más o menos sorpresivos de acuerdo al bagaje que tenga el espectador. En este caso, cuanto menos sepas de cine mejor, porque algunas fórmulas pueden identificarse enseguida y reducir el impacto del final.

A pesar de ser una producción que contó con cierto presupuesto, quiero decir que no es autogestionada, por momentos algunas ambientaciones se ven despojadas, quizás improvisadas o resueltas con desgano. Entonces, determinados elementos que vaticinan qué es lo que está pasando en realidad quedan demasiado en evidencia, y como decía antes, si lo que se plantea es un final sorpresivo y el espectador puede deducirlo por anticipado gran parte de la construcción general pierde efecto. Sin embargo, esto no repercute en gran escala en el apartado visual, que se construye con mesura y sobriedad, sin abusar de efectos generados en post producción. Y ya que vengo repasando los puntos flojos, podemos sumar en la balanza algunas líneas de diálogos que se notan muy acartonadas, y son una pena porque hay un delineado de personajes interesante, que desarrollaré luego, pero que se resiente un poco ante algunas frases poco naturales.

Pero, que el árbol no tape al bosque: el regreso de Hernan Flinding a la dirección supone una película que genera ambientes de ensoñación y confusión muy interesantes, además de tener la capacidad de poner en boca de los personajes una serie de dilemas éticos y morales que son un plus. No hay que menospreciar cuando nos proponen pensar en algo más grande que la trama, y aquí se da una linda posibilidad.

La película es más que una historia sobre posesiones, visiones y crímenes inexplicables, y lo logra gracias a la profundidad de sus personajes. Tanto Lorenzo como Caterina son criaturas ambiguas, con contradicciones, que muchas veces están perdidos y no tienen en claro dónde depositar su fe, pero estos grises son lo suficientemente sutiles como para mantener su construcción dentro de lo que podemos denominar como personajes clásicos. No hay buenos, no hay malos, hay seres complejos que se asemejan mucho a la realidad. Y es en este sentido que quizás estamos más cerca de un drama que una producción anclada firmemente en el género: más allá de la extrañeza del ambiente general y el terror psicológico que genera por momentos, falla cuando se propone de modo deliberado asustar. Y falla porque recurre al jumpscare. Sin embargo, hay tantas películas que abusan de este recurso y ni siquiera esbozan una historia, esta es también una falla que podemos pasar por alto.

Crímenes imposibles es un poco como sus propios personajes: a priori y por prejuicio uno puede ubicarla dentro de las películas que no vería. Pero, si se entra en clima y se sumerge de lleno en el universo, el resultado es satisfactorio.