Crímenes de familia

Crítica de María Paula Rios - CineramaPlus+

PERDONA NUESTROS PECADOS

Alicia (una deslumbrante Cecilia Roth), es una señora de clase acomodada que vive en un barrio lujoso de la Ciudad de Buenos Aires junto a su marido Ignacio (Miguel Ángel Solá), Gladys (Yanina Ávila), la empleada doméstica, y su pequeño hijo Santiago. Ella pasa sus días entre reuniones de amigas de su misma condición socioeconómica, y cuidando a Santiago como si fuera su nieto. Lo lleva a la escuela, juega con él, se ocupa cuando tiene fiebre, y otros detalles.

Este cuadro aparentemente perfecto deja de serlo cuando entra en escena Daniel (Benjamín Amadeo), el único hijo del matrimonio, que se encuentra preso por violar la perimetral que le impuso su ex pareja, Marcela (Sofía Gala Castiglione), con quien tiene un hijo al que no ve por su conducta violenta. Claro que Alicia defiende a Daniel con uñas y dientes, creyendo totalmente en su inocencia; no obstante Ignacio está un tanto cansado de hacerse cargo de las irresponsabilidades de su primogénito.

Más allá del buen tino del director, Sebastián Schindel, para contextualizar a los personajes: sus modos de vidas, sus pensamientos y creencias, el conflicto que desestabilizará a todo este engranaje surge cuando Gladys es acusada de un crimen. La película se estructura a través de una dialéctica que oscila ente tribunales por los distintos juicios, el de Daniel y el de la empleada; y una especie de introspección emocional de Alicia, quien debe correr el velo de su rostro y asumir la realidad tal como es.

Con un suspenso que va in crescendo, Crímenes de familia, no solo cumple desde lo formal, logrando solvencia narrativa y actoral, también pone en jaque dilemas éticos y morales. Alicia va descubriendo y asumiendo esos secretos familiares que se suelen guardar bajo la alfombra, a su vez un modo de cambiar un paradigma social. Por otra parte, se revela el perfil emocional de Gladys, exponiendo las falencias de un estado ausente.

Serían las deconstrucciones de dos personas que tuvieron posibilidades dispares, o que nacieron en contextos totalmente opuestos. Alicia se deconstruye desde su fuero más íntimo, mientras que la deconstrucción de Gladys se presenta desde la mirada del Otro, como testigos; descubrimos como la vida la llevó a atravesar las actuales circunstancias. Schindel desnuda ciertos mecanismos sobre esas cuestiones hipócritas y arraigadas de una sociedad conservadora, que vale la pena repasar.

Por María Paula Ríos
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