Crimen en El Cairo

Crítica de John Lake - Negro&White

Fares Fares es un actor de origen libanés que dio sus primeros pasos en el cine sueco y saltó a los primeros planos de la mano del director Daniel Espinosa. Suele protagonizar thrillers y policiales de muy buena factura, entre los que se destacan la saga Easy Money (2010 y 2012), El guardián de las causas perdidas (2013) y El ausente (2014). No es de extrañar que Crimen en El Cairo, un nuevo film de acción, no sólo lo tenga como cabeza de un elenco internacional sino también como productor.

El “crimen” al que alude el título es el de una modelo en una lujosa habitación del hotel Hilton de la capital egipcia, en el convulsionado enero de 2011. Por la televisión se ven imágenes del atentado ocurrido en una iglesia de Alejandría en la víspera de Año Nuevo. Más adelante se difunden réplicas de la primavera árabe en Túnez; actos del presidente Mubarak mientras que en las calles se suman las protestas callejeras de los estudiantes.

En un ambiente político caldeado, el coronel de la policía Noredin Mostafa (Fares Fares) se mueve en un entorno de corrupción, extorsión e ilegalidad. Ningún poder público está exento, en un país donde la autoridad está al servicio de los más poderosos. Por ende, nadie se esfuerza en esclarecer el homicidio ya que un adinerado empresario de la construcción es el principal sospechoso. Solo Mostafa, pese a sus vicios y defectos, intentará llegar hasta la raíz del caso desoyendo las advertencias de sus superiores.

El protagonista compone un policía que parece surgir de una novela negra de Mickey Spillane. Viudo solitario vive en un oscuro y desordenado departamento, fuma incontables cigarrillos, recibe todo tipo de golpizas; la muerte le es esquiva y tiene sexo con una suerte de “femme fatale”. Tiene un viejo televisor al cual sacude para ver las imágenes que aparecen borrosas, distorsionadas y tambaleantes como el gobierno existente próximo a caer.

El otro personaje relevante es una empleada de Sudán, encargada de la limpieza, rol compuesto por Mari Malek, una refugiada de ese país que en la vida real triunfó como modelo en New York. Es la testigo que cae en desgracia por el solo hecho de haber estado en el lugar inadecuado. Despedida del hotel, acechada por los asesinos, encarcelada, sin la documentación en regla, recibe una precaria protección policial para terminar huyendo del país.

El caos arrastra a los protagonistas sobre todo a Mostafá, un antihéroe cansado de ser cómplice de los embrollos de sus jefes. El final lo encuentra envuelto y a merced de las manifestaciones que convergen en la Plaza Tahrir. Inspirada en un hecho real, la atmósfera sombría y el clima revolucionario, consecuencia la caída de un gobierno de treinta años, están muy bien recreadas. Un film que maneja bien la tensión a la par de entretener.