Criatura de la noche

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Entre el horror y el frío, un romance eterno.

El panorama, si se quiere, más extraño para una película de vampiros: un clima frío, helado, purísimo como la nieve, en Estocolmo. Edificios que parecen apagados, sin vida. Pero aún así, todos los escenarios sobre los que desarrolla la acción de la película, despliegan un inquietante encanto. Es como si en ellos, hubiera cierta oscuridad, cierta violencia, que es mejor no conocer. Algo así como los protagonistas de este nuevo clásico (quizás, la mejor traslación de vampiros al cine desde Nosferatu) del cine de terror.
La historia que transcurre en este gélido lugar tiene como protagonista a Oskar, un chiquito pálido, rubio, que es constantemente abusado en la escuela por sus compañeros mantoncitos. La falta de calor humano de esta ciudad de Estocolmo se deja ver en la soledad de Oskar, y en los continuos maltratos a los que lo someten. En tanto una aproximación (no estudio) sobre la violencia, y el medio ambiente, la película nos recuerda a otro gran thriller, Sin lugar para los débiles (e incluso, si se quiere, otro de los Cohen donde el clima es un personaje más: Fargo).
El chiquito de 12 años, vive con su madre en una especie de monoblocks. Fascinado por los asesinatos que ocurren en Suecia, se descarga contra un árbol en medio de la noche, apuñalándolo como si fuera alguno de sus agresores. En medio de la noche, conoce a Eli. Una chiquita morocha, con muy poca ropa en medio de la nieve. Lo interesante son los pequeños informantes que sugieren la naturaleza sobrenatural de la muchacha: "Yo tengo doce años, ¿vos?" le preguntará Oskar, a lo que Eli responderá "Doce, durante mucho tiempo". Esta criatura nocturna nos lleva a reflexionar mucho sobre el personaje. Es decir, a partir de los indicios que se nos ofrecen, reconstruimos su pasado, y a partir de ello, surge parte de lo espeluznante. Sabemos que debajo de esa apariencia tranquila y bonita, se esconde un ser terrible, que seguramente vivió por siglos, y cuyo único contacto humano, es un asesino (viejo) que se encarga de proveerle los hectolitros de sangre correspondientes a cada día. Y también comprendemos mejor la tragedia del vampiro: un ser inmortal que priva de la vida a los demás, que la consume, y eso queda claro en la estructura circular de la narración. Para esto quizás es necesaria una explicación más profunda, y el párrafo que viene es, claro un

Spoiler:
Mientras el primer tercio se desarrollar descubrimos que Håkan (el asesino que la acompaña) está enamorado de la joven. Podemos intuir que es un pedófilo, pero él es muy consciente de que la chiquita es un ser demoníaco. Hacia el final de la película, el mismo Oskar, ahora horrorizado (y purificado) de la violencia, decide ser el nuevo compañero de viaje, de Eli. Ir juntos, escapar del pueblo, hacia vaya uno a saber donde. No es casual, entonces, imaginar que la historia se vuelve a repetir. La vida de Oskar, quizás sea más placentera al lado del ser que ama. Pero es difícil no imaginar un futuro como el de Håkan para Oskar, siendo el ciervo fiel, toda su vida, de la mujer vampiro.
Fin del spoiler.

Es notorio que la película funciona como un drama sobre el romance de dos almas separadas, solitarias. Y es ahí donde más miedo mete. Pensemos en la historia de Drácula, desvirtuada hoy en día a los vampiros light de Crepúsculo. En esencia, Drácula es una metáfora, una alegoría de la pérdida de la virginidad, el miedo a la consumación del acto sexual, y los deseos de pasión lujuriosa y desenfrenada con el conde. Lejos del castillo gótico de Lugosi, del virtuosismo de Oldman o de la sangre intensa de los films de Lee, Criatura de la noche es un terrorífico relato en tanto involucra a un chiquito, sumamente maltratado, que se enamora sinceramente, de Eli. Hay una breve secuencia donde el montaje intercala a la chiquita con el ser que verdaderamente ocupa el cuerpo, y claro, como debería ser, con todo el deterioro de los años encima. Es escalofriante. Hay un plano de pocos segundos donde, el tímido Oskar, espía a su amiguita mientras esta se está cambiando. Para nosotros, ese plano de pocos segundos supone fascinación e impresión. Los mismos sentimientos que habrá tenido Oskar en ese instante.
Los personajes secundarios no son el fuerte de la película. Si bien no están mal, no son memorables como sus dos protagonistas. E incluso, se produce una rareza (¿error de recepción o error de emisión?) cuando conocemos al padre de Oskar. Creemos que es homosexual, pero en la trivia de IMDb figura que tanto el director como el guionista nunca quisieron comunicar eso.
Y hablando del guionista: John Avjide basó el título de su libro (en inglés Let the right one in, mucho más interesante que nuestra traducción, que literalmente sería "Dejá entrar al indicado") en la canción de Morrisey, ex de The Smiths, cuyo título era "Let the right one slip in". Nunca mejor dicho: hay que saber a quien dejamos entrar a la cama. Oskar lo sabe, y para más detalles, Eli aclara que ella no es humana. Igual, él le pregunta si quiere ser su novia. Una sutileza estupenda.
El uso de los silencios y el fuera de campo es importantísimo en esta pelícual, ya que cada detalle, cada ataque de Eli sobre los pueblerinos, no hace más que horrorizarnos. La composición de las imágenes, está tan cuidada, que es un acierto dejar planos tan abiertos y largos para poder apreciar la fotografía. Sí, que expresa que aún en los lugares más remotos e inesperados, la violencia y la oscuridad pueden brotar. Con todo, dentro de las situaciones más desesperantes y temibles, también puede existir el amor. Y si no queda más claro, vean la película, y admiren ese maravilloso final. Donde el contraste se hace notorio.

A ver con qué trivilidad me salís...
- La película no fue enviada a competir a los Oscar como Mejor película extranjera. En este caso, no es culpa de la Academia. Culpa de Suecia.