Criada

Crítica de Roger Koza - Con los ojos abiertos

VIVIR SU VIDA

La opera prima de Matías Herrera Córdoba es el síntoma de una nueva camada de cineastas cordobeses que dan motivos para pensar que otro cine es posible en la provincia.

No hay muchas películas como Criada. Pocas veces un realizador decide filmar su historia personal y su pasado familiar como ejemplo universal de la infamia. El joven realizador Matías Herrera Córdoba decide colocar su objetivo sobre su conciencia (de clase) y así filmar lo que descubre como una práctica vergonzosa: hace más de 40 años una mujer mapuche llamada Hortensia trabaja en una quinta familiar situada en algún paraje perdido de Catamarca. Jamás recibió un sueldo, tampoco tiene aportes jubilatorios. Su paga se circunscribe a un cuarto.

Una evidencia: Hortensia trabaja día y noche. Desmaleza, cuida de los olivos y las gallinas, abre y cierra acequias, espanta murciélagos, mantiene la casa de los patrones y les hace la comida cuando éstos pasan un fin de semana. Hortensia, a veces, vende dulces, lo que le permite sobrepasar los 150 pesos básicos mensuales provenientes de un plan social.

Herrera Córdoba registra el trabajo como un ejercicio al que Hortensia confiere una dignidad intrínseca. En efecto, el cine contemporáneo rara vez se ocupa de mostrar el trabajo, excepto como cifra circunstancial del personaje. Lo que suele importar son los recreos, las pausas amorosas, los ritos de un orden social específico (un casamiento, las vacaciones, los entierros, etc.) Aquí, el trabajo no solamente revela un secreto obsceno de la economía política aplicada a un microcosmos, sino que también se insinúa, discretamente, una disociación entre el valor de una tarea y el precio que arbitrariamente se le impone. ¿Cuánto cuesta el trabajo de Hortensia? En Criada, el pretérito concepto de plusvalía adquiere una dimensión poética, además de política.

La puesta en escena, es decir, el disponer de los planos, expresa la conciencia de un director. Un plano del cielo atravesado por un alambre de púa o un plano de un revólver en una mano constituyen un discurso. Herrera Córdoba le concede solamente a Hortensia (y en un pasaje a sus amigas) el derecho al primer plano. Es el modo de conjurar el estatuto de criada. La distancia entre amo y criado se simboliza en un candado que impide el acceso a la casa principal, lo que condensa un criterio de propiedad, contrapuesto a otro significado del término que se patentiza en el vínculo de Hortensia con la finca.

Este primer largometraje producido por El Calefón Cine encuentra en Herrera Córdoba un heraldo perfecto para sus objetivos. Con Criada se puede “sentir y pensar críticamente la realidad”, declaración de principios de este grupo de jóvenes. Y eso no implica renunciar a la belleza material que un director puede capturar. Los relámpagos, el viento, la tierra seca a punto de ser empapada por un arroyo, y la fisonomía de una mujer extraordinaria como Hortensia, son imágenes imborrables, o, como diría Godard, justo imágenes.