Criada

Crítica de Fernando G. Varea - Espacio Cine

Sierva y dueña

Algo de Criada, el documental de Matías Herrera Córdoba (1982, Córdoba) realizado a partir de experiencias de su propia familia y premiado en el MARFICI 2010, lleva a pensar que algunas situaciones no han cambiado tanto en un par de siglos.
Hortensia, empleada todo terreno en una finca catamarqueña, cumpliendo obedientemente sus tareas, esforzándose por dominar los caprichos de la naturaleza, recibiendo algo de dinero de los vecinos por la elaboración de comidas caseras (sin intermediarios), ajena a derechos laborales, moviéndose solitaria en una antigua casona de techos altos y gruesas puertas de madera, parece una figura detenida en el tiempo, como si aquéllos esclavos con los que contaban las familias pudientes en épocas del virreynato continuaran existiendo, con muy pocas variantes. La Historia parece señalar a esta mujer mapuche como índice de injusticias repetidas, pero también de la paciencia y la sabiduría fijadas en la vida de indígenas y campesinos en el interior de nuestras provincias, desde siempre. Criada cuenta un hecho actual y, al mismo tiempo, atemporal.
El retrato que propone este singular documental está desarrollado con enorme delicadeza y precisión narrativa. Tramos silenciosos se alternan con diálogos pudorosos y plenos de sutilezas. Vecinos y dueños de casa aparecen notablemente marcados como personajes secundarios, útiles para que se evidencie, por ejemplo, que algunos lugares de la casa resultan infranqueables para Hortensia, o que en este sitio los roles se encuentran bien definidos. Comentarios distraídos sobre viejas fotografías familiares son suficientes para exponer datos significativos (como la referencia a un joven chileno que, tiempo atrás, atravesó las mismas condiciones de servidumbre que Hortensia). Y la aparición, como al descuido, de un arma, en las últimas escenas, resulta inesperada e irónica.
A diferencia de películas sobre temáticas similares, Criada no desdeña los matices: la actitud de Hortensia es siempre pasiva y resignada, pero no parece del todo incómoda, y sus dueños la tratan de manera afable y respetuosa. La película habla de los abusos sufridos por gente como ella, pero también de su incapacidad para rebelarse.
Otro rasgo que la distingue es su belleza. Belleza de las palabras y pronunciaciones, en escenas como la de la conversación con una vecina que se sorprende porque no le pagan por su trabajo. Belleza del extraordinario paisaje, que no es un telón de fondo sino parte de la vida misma de Hortensia. Y belleza de las formas elegidas por el director para contar esta historia de soledad e indolencia, con encuadres siempre expresivos y aprovechando la fuerza poética de una tormenta o una mañana a pleno sol.
Finalmente, Criada deja flotando una sensación contradictoria: Hortensia sufre la opresión de trabajar mucho casi a cambio de nada, sin libertad para tener una vida propia, pero, al mismo tiempo, se la ve dueña y señora del ámbito geográfico en el que se mueve, domina con firmeza los elementos de la naturaleza, árboles y surcos de agua son sometidos con paciencia y decisión por sus manos. Aunque esas faenas no son para su beneficio, tal vez se sienta fuerte de esa manera, controlando la tierra y sus frutos como si los poseyera.