Cría siniestra

Crítica de Milagros Amondaray - La Nación

¿Cómo hace una joven de 12 años para procesar la frustración, la ira y la impotencia que le provoca el vínculo tortuoso que tiene con su madre? De esa premisa parte Cría siniestra, la efectiva película de terror de Hanna Bergholm, quien concibió la historia que luego la guionista Ilja Rautsi terminó de pulir, con algunos grandes aciertos y otras aristas que quedan un tanto desdibujadas.

La respuesta al interrogante inicial -el film se planta en lo simbólico y allí se queda hasta un final valiente que no elude lo incómodo- llega a partir del encuentro de la joven con un cuervo y la relación simbiótica que entabla con él. Ante una cotidianidad regida por las imposiciones de esa madre que la obliga a ser la mejor en una competencia de gimnasia artística, exigencia que traslada a cada aspecto de su vida rígida y prefabricada, Tanja (Siiri Solalinna, excelente) se rebela alimentando a su doppelgänger hasta que esa construcción horrorosa se le va de las manos.

Con algunos momentos de sátira y humor que funcionan a medias (hay un claro homenaje a E.T., el extraterrestre, de Steven Spielberg, en versión gore), y una crítica un tanto perezosa al funcionamiento de una familia de los suburbios más preocupada por aparentar que por vivir, Cría siniestra cobra vuelo cuando se emancipa de las influencias. Como consecuencia, cuando se entrega a viñetas verdaderamente espeluznantes, se percibe el buen ojo de Bergholm para la construcción de fotogramas tan ascéticos como perturbadores, atravesados por una inquietante frialdad.