Creed: corazón de campeón

Crítica de Agustín Llanos - Madzine

Adonis Johnson es el hijo bastardo del famoso campeón del boxeo Apollo Creed, quién murió en una pelea en 1985. Adonis nace meses después de la muerte de su padre, pero su sueño es el mismo: ser el más grande en el boxeo. Sin embargo, Johnson no es un boxeador profesional: tiene un trabajo en una oficina y todo el dinero que le puede proveer su madre adoptiva. Pero ahí no está contento, no está cómodo con su estilo de vida. Por esto decide dejarlo todo y mudarse a Philadelfia, donde busca al retirado Rocky Balboa para que sea su mentor. Entre idas y vueltas, Rocky accede a entrenar a Adonis. Juntos lograran llegar a un buen nivel deportivo, pero sólo Adonis podrá demostrar si realmente tiene lo que se necesita para ser un campeón.

Cuando escuché hace unos años que iba a salir otra secuela de Rocky, sinceramente no sabía qué pensar. Todas las películas anteriores me gustaron muchísimo (unas más que otras), pero me llamaba la atención el gran cambio que había hecho el personaje en la última entrega de 2006. La película ya no se basaba tanto en lo deportivo (de todas formas, por alguna razón alguien pensó que era buena idea enfrentar a un Rocky de 60 años con un atleta en su mejor forma), sino más en el drama interno del personaje de Rocky Balboa, en la pérdida, en las malas decisiones, y en las relaciones rotas de su vida. Hermosa y triste a la vez.

Diez años más tarde llegaba Creed de la mano del director Ryan Coogler y del escritor Aaron Covington. Ambos de raza negra (afroamericanos como le dicen en Estados Unidos), decidieron tomar el toro por las astas y darle un nuevo punto de vista a la saga. Esto es en realidad porque la idea de Creed no es ser una secuela de Rocky, sino de una especie de spinoff con identidad y protagonistas propios, y mostrando un lado moderno y sincero de la ciudad.

Sin embargo, esta película hace lo mismo que muchos le adjudican a Star Wars: El Despertar de la Fuerza: toma muchos elementos de las otras películas de Rocky y los re-aplica. Pero me parece que están mostrados desde un nuevo punto de vista (es la primera de la saga cuyo guión no escribe Stallone), presentando un nuevo personaje con mucho corazón y talento. Rocky Balboa también sigue evolucionando, ya que si bien es un tipo que parece que ha logrado dejar todos sus asuntos en orden en el mundo, ve la posibilidad de superar una nueva pelea, esta vez, fuera del ring. Esto demuestra que Stallone puede actuar más allá de tirar puñetazos y disparar balas, lo que le valió una nueva nominación al Oscar. La reutilización de la música es hermosa (el famoso tu tu tuu tocado con trompetas), ya que nos retrotrae a esos momentos que tanto nos inspiraron fuerza y coraje en las anteriores.

Pero Creed tiene sus fallas. Hay elementos de la historia que dejan ciertos vacíos al espectador. Un ejemplo de ello es la motivación de Adonis, que nunca termina de convencernos. Sí, quiere la fama, quiere el honor, quiere el reconocimiento, pero mientras otros -como Rocky- lo hacía para salir de las calles y poner algo de pan en su mesa, sus motivaciones parecen ególatras y egoístas. Y para terminar -SPOILER ALERT- si tenemos que pensar que la “amistad” con Adonis le devolvió las ganas de vivir a Rocky, me parece que tenemos que ser bastante ingenuos -FIN DE SPOILER.

A pesar de todo, el resultado es bueno y me dejan esperando una secuela con ansias.

Puntaje: 7 – Tomaron los mejores elementos de las anteriores (tal vez demasiado) y lograron destacar en un género que suele repetirse mucho.