Cracks de Nácar

Crítica de Marcelo Oliveri - El rincón del cinéfilo

Dos amigos con alma de niños

“Cracks de nácar” tiene varios aditamentos que la hacen interesante: no es un documental sobre fútbol de botones, no es una historia en donde estos dos amigos estén guionados y no es una película que se centre en la amistad como eje principal. Sin embargo, Cracks habla de todo eso y mucho más, hasta sus directores nos trampean y el espectador se queda con una intriga.

Rómulo Berruti y Alfredo Serra son dos veteranos periodistas que se conocieron hace más de 50 años mientras estudiaban periodismo en el Institutto Grafotécnico. Ya para ese entonces, además de estudiar se reunían para jugar al fútbol de botones.

En Cracks de botones se aprecia una trastienda muy familiar, donde el whisky es otro de los protagonistas que extienden esa velada de dos amigos con alma de niños que hasta son capaces de pelearse o de enojarse por una jugada.

En “Cracks de nácar” Rómulo demuestra su histrionismo periodístico-actoral espontáneo y Serra acompaña con su naturalidad cómplice.

Hasta por momentos parece una comedia delirante en donde Mara, esposa de Serra y la artesana que se ocupa de reparar y de hacer la comida con que se coronará el final del partido, les sigue el tren a estos dos amigos que son como hermanos.

Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, sus realizadores, tenían muy claro lo que querían y se nota, quizás los que no tenían en claro hacia dónde iba esta peli eran sus protagonistas que pensaban que era un ejercicio solamente. Chapeau para estos jóvenes que no sólo hicieron una película original sino que homenajearon la amistad de amigos con mayúsculas y códigos, como los de antes.