Cowboys y Aliens

Crítica de Juan Campos - Loco x el Cine

Harrison Ford y Daniel Craig crean una dupla brillante en una película que fue completamente subestimada en los Estados Unidos.

Si bien las taquillas le respondieron bien (63 millones en su primer fin de semana en cartel), las críticas norteamericanas no tardaron en catalogar esta película como una de las mayores decepciones del año. Y algo de eso puede llegar a haber. Es que la prensa ultimamente conforma el 90% de lo que termina siendo la película (miren a J.J. Abrams, sino) y si se infla mucho y el producto no está a la altura, enseguida baja puntos porque si. Pero por unos segundos olvidemos que la producción es de Steven Spielberg y Ron Howard, y que la dirección es de Jon Favreau, pensemos un segundo en Cowboys & Aliens como una película, pura y dura, e imaginemos que es anónima y, ¿saben qué? Así sale ganando.

La historia es atractiva: un hombre (Daniel Craig) se despierta en medio del desierto sin recordar nada, herido y con un extraño aparato metálico agarrado de su muñeca. Un grupo de forajidos lo encuentra y planea llevarlo al pueblo, en donde es buscado por el robo de una diligencia del poderoso coronel Dolarhyde (Harrison Ford), una especie de feudal del lejano oeste. Él obviamente se resiste a ser arrastrado y comienza a pelear contra estos tipos, y se da cuenta que lo que tiene en su mano no es un grillete, sino un arma que, al parecer, funciona cuando más lo necesita.

Luego, y por sus propios medios, va al pueblo, en donde Ella (Olivia Wilde), una misteriosa mujer, comienza a seguirlo. Ella sabe algo sobre su pasado, y él sólo recuerda pequeños fragmentos que le vienen a la cabeza gracias a una fotografía de una mujer, que de a poco (muy de a poco) va aclarándole la memoria.

La llegada al pueblo de este tipo sin memoria se convierte en un conflicto, porque todos lo reconocen: es Jake Lonergan, el valiente (o inconciente) que se atrevió a meterse con el oro de Dolarhyde. El Sheriff lo detiene y ahora sólo queda esperar unas horas para que lo trasladen a la prisión, en donde será juzgado. Pero, justo cuando iban a trasladarlo, unas naves espaciales comienzan a atacar el pueblo y a abducir a algunos de sus habitantes. Uno de los que se llevan es el hijo de Dolarhyde (Paul Dano), por lo que el coronel moverá cielo y tierra para buscar a esos malditos “demonios”. Pero no lo hará solo, ya que ve en el arma misteriosa de Lonergan una ayuda irremplazable, por lo que harán una tregua hasta que puedan solucionar este temita con los extraterrestres que se llevan a nuestros humanos para investigarlos y que, para colmo, llegaron al planeta para robarnos nuestro oro.

La película tiene tres puntos clave: Craig, Ford y Wilde. La relación entre ellos tres es la que lleva la historia adelante. La relación tirante (y a veces hilarante) de los dos machos, más la dosis de misterio que nos deja la bella Wilde crean los momentos más destacables de la película. Punto aparte merece el siempre brillante Sam Rockwell, que interpreta a un doctor dueño de una cantina cuya mujer es abducida.

Lo que llama un poco la atención es que los efectos especiales se quedan un poco a mitad de camino, extraño de una película producida por Spielberg y Howard, y algo similar pasa con el diseño elegido para los extraterrestres. Tal vez, algo menos bestial podría haber sido más efectivo.

La historia está bien, no brilla por creativa pero tampoco es el bodrio que nos hicieron creer a todos los que leímos la prensa extranjera. Claro que no es la película del año (en Argentina, ni de la semana), pero si lo que buscan es ver, bueno, cowboys peleando contra aliens, pueden llegar a disfrutarla y bastante.