Cowboys y Aliens

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El titulo de la nota podría ser “La Diligencia”, de esta manera haría varias referencias directas a distintas causas por la cual decido el nombramiento. La primera y directa, no por eso más importante, es la de relacionar el filme en cuestión al clásico de John Ford, uno de los maestros del genero del western, el mayores aporte al cine realizado por los EEUU, a la postre hasta se podría decir que es el genero cinematográfico por excelencia, ya que no tiene, o tenia en principio, raíces literarias concretas.

Otra forma de explicar el titulo de la nota estaría estructurada en el mismo relato, todos los personajes dejan de lado sus motivaciones personales y se unen en un proyecto común, ya que, como dijo el gran Quino, “Lo urgente nunca deja paso a lo importante”.

El término diligencia entonces cobra otro significado, ya no es un carruaje, sino un acto en concreto en pos de un objetivo determinado.

Convengamos que en el relato, justificadamente desde las acciones lo importante y lo necesario parecen empezar a unirse, pero sólo parecen, ya que el discurso político del filme dará por tierra con eso, pero ya volveré más adelante sobre esta idea, lectura o concepto, como usted prefiera.

El titulo nos inmersa directamente sobre que vamos a ver, la concepción de un texto donde hay una mezcla de géneros definida, por un lado el ya nombrado western y por otro la ciencia ficción traída desde la palabra Aliens.

Por supuesto que para sostener esto los guionistas y el realizador debía instalar un verosímil en forma directa, para ello recurrir ya desde las primeras imágenes a dar cuenta de los elementos típicos sobre los que se estructurará la historia.

El filme comienza con un plano general de un campo abierto, donde se observa a un sujeto tirado en medio del desierto, esta imagen es atemporal, casi sin ropas y con un objeto cerrado en su muñeca derecha de una textura e imagen cercana al siglo XXI, él intenta quitárselo pero le es imposible, luego este sería uno de los primeros deslices del verosímil, pues para ese momento o te creíste todo y lo dejas pasar o no te creíste nada, entonces tendrás otro elemento de desestimación.

Imagen siguiente se acercan tres jinetes a caballo, vestidos tal cual demanda el western, como en el lejano oeste, poseen sombreros, botas de cuero, pistolas en la cintura, chalecos, rifles al costado de su montura de cuero.

Segunda secuencia, nuestro personaje, quien luego, y ya lo intuimos desde el principio, se transformará en el héroe (no el único por supuesto, tal como en la obra de John Ford), que entra a una ciudad-pueblo, por la calle principal, más elementos a saber el saloon, diligencias, ranchos.

Nuestro personaje principal sufre de amnesia, no sabe quién es, pero todos lo reconocen al entrar al centro de reunión social típico de la época, y del espacio en donde se desarrollan las acciones, dije todo esto para no repetir la palabra saloon. (Perdón)

Jake Lonergan (Daniel Craig), que de él se trata, es un bandido buscado por la justicia, duro de roer, que se enfrenta al hijo descarriado, prepotente del malvado y poderoso de la región, quien hace esperar su aparición y del que todos sabemos es el coprotagonista: el Coronel Dolarhyde (Harrison Ford).

Todos los espectadores, llevados por el relato construido de forma clásica y respondiendo a las variables conocidas, esperamos el enfrentamiento entre estos dos. Hasta aquí lo mejor del filme, salvo ese desliz del que hable que tiene que ver con la muñequera de aleación de metales que Jake lleva en su muñeca derecha.

Principalmente en la instalación y construcción de los personajes, el malo, el sheriff, el poderoso, el cura, el cantinero cobarde por definición, su esposa, el ya mencionado hijo descarriado del dueño del pueblo, la chica linda, el criado fiel. Como así también el desarrollo del relato va encaminado según los cánones y se deja ver sin sobresaltos ni demasiados cuestionamientos, salvo la muñequera que lleva…. (¿Ya lo dije no?)

En ese momento, el del inminente enfrentamiento, hace su aparición concreta la otra vertiente del relato en forma de naves espaciales que atacan el pueblo y secuestran a los pobladores mediante lazos.

Como lo urgente deja de lado todo lo otro, los que sobreviven al ataque se unirán para ir a rescatar a sus familiares y amigos, tal cual sucedía en “La Diligencia” (1939) ante el ataque de los indios. En este relato los personajes importantes de la historia, tanto de esta como de la historia del cine, tendrán otro tipo de participación.

Las diferencias se dejan de lado en pos de la “diligencia”, Jake se transforma en “Shane, el desconocido” tal cual la película de 1953 dirigida por George Stevens. Si faltará algo para dar cuenta de esto, el cura le dice al amnésico Jake que uno no es por su pasado sino por sus actos presentes, (Bueh!, dejémoslo ahí, ¿no?) El poderoso coronel muestra las hilachas de su tierno corazón desolado, y los indios, los indios…. los indios se unen a la partida contra el invasor extraterrestre.

Todo sostenido por el trabajo conjunto de todo el equipo, muy buena fotografía, posiblemente mejor dirección de arte, esto es escenografía y vestuario, muy buena banda de sonido, buenas actuaciones, y luego muy bien filmadas las escenas de acción.

El problema es que el guión derrapa en la segunda mitad, no sólo por lo redundante en cuestiones de personajes y motivaciones, más importante es que cuando quiere desviar el centro del relato el verosímil se empieza a caer a pedazos, y para rematarla termina de instalar un discurso político, hasta ese momento subyacente, tan retrogrado como reaccionario.

La frase es contundente, sobre todo de parte de quien la emite, los diferentes, los de otros lugares, “No solo quieren ocupar nuestros espacios, no vienen por nosotros, vienen por el oro”. Esto me sonó (no digo que sea la única lectura posible) tanto a igualar a los extraños en la codicia instalada y nunca abandonada en la época de la “Fiebre del oro” por los humanos del gran país del norte.

En definitiva, uno pasa un rato agradable, risueño si acepta los códigos, pero no seamos ingenuos, nada en el cine de esta naturaleza esta puesto por azar.