Cosmopolis

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

David Cronenberg ha sabido construir un nombre a partir de sus producciones, sobre todo las ultimas, pero en este caso ha dado un paso para atrás, y no es que se haya dormido en los laureles y se copie a si mismo, es lo contrario, esa búsqueda constante lo llevo a realizar un filme por momentos incomprensible y por otros anodino.

Muy alejado de sus inicios con realizaciones como “Cuerpos invadidos” y “La zona muerta”, ambos de 1983, o siguiendo en la estética, o dentro de la temática del terror, esa pequeña maravilla que fue “La Mosca” (1986).

Su búsqueda de formas y contenidos narrativos fue incesante, hasta cambiando radicalmente los géneros que utiliza para instalar algo de sus ideas más constantes, o hasta se podría decir obsesiones, como es el manejo indiscriminado del poder y sus consecuencias. Ejemplos claros de esto serían “Una historia violenta” (2005), “Promesas del Este” (2007), hasta se podría incluir la maravillosa “Un método peligroso” (2011).

Traslación de la obra literaria homónima de Don DeLillo, esta película intenta sostenerse mayoritariamente a base de diálogos, con un andar lento, pausado, cansino. Por supuesto que el director hace jugar, y juega muy bien con los tiempos muertos y con los espacios cerrados, pero en algún momento se olvido que hay un espectador al que no pode aburrir y menos confundir.

Los diálogos se asignan un lugar de importancia en la narración, y lo estrictamente visual queda limitado a unos seductores encuadres.

Es tal la repetición de frases sentenciosas y tal la acumulación de imágenes que nada agregan ni a la progresión dramática de la historia ni al buen desarrollo del personaje principal.

Los temas más recurrentes no son menores, el dinero, el poder, el futuro, la muerte, la mentira, la traición, y hasta se da tiempo de tratar el tema de la paternidad, en su por qué y para qué.

Todo parece transcurrir en 24 horas. ¿Quién podría afirmarlo? Las últimas horas de la era capitalista. En ese momento y lugar Eric Parker (Robert Pattison), un joven de 28 años, de los más ricos del planeta, será testigo y pieza importante de la decadencia del hasta ese momento su seguro mundo.

Pero todo lo que él desea, tipo capricho injustificado, es atravesar la ciudad en su inmensa limusina, símbolo de poder, para cortarse el pelo.

Casi todo va a suceder dentro del espacio físico de ese vehiculo de grandes dimensiones, en el que podemos encontrar detalles y objetos que en casas de clase trabajadora no hay. En ese espacio se produce todo un desfile de personajes que le tributan reverencia, mientras que en el afuera ocurren cosas que nuestro héroe no puede o no quiere registrar. Incluida la visita del presidente de los EEUU en medio de una gran protesta popular, con estallidos de violencia incluidos

Aparece un médico para hacerle análisis de rutina, que se repiten a diario, prostitutas, lacayos, guardaespaldas, etc.

En ese devenir constante de personajes esta lo mejor del filme, con algunas de las apariciones como la de Juliette Binoche, Samantha Morton, y en una de las pocas escenas fuera del vehiculo Paul Giamatti, quien se fagocita la película, claro que sin demasiado esfuerzo.

Durante la proyección no queda nada demasiado claro, sólo el intentar entenderla acerca a esta interpretación que, confieso por no haber leído la novela, sabiendo que esto no es necesario, no se si es del todo valida.

Y por si fuera poco, el papel principal cayo en manos de Robert Pattinson, el mismo de la saga “Amanecer”, que aquí vuelve a demostrar que tiene menos recursos histriónicos que un rinoceronte, hasta las hienas son más creíbles en su risa.