Cosmopolis

Crítica de Fausto Nicolás Balbi - CineramaPlus+

Cronenberg domina todos los aspectos de la puesta en escena para construir un filme opresivo y ominoso sobre la decadencia de un hombre y el capitalismo.

Cada semana llegan a nuestras pantallas estrenos por montones, algunos valiosos, otros que buscan como único propósito brindar un entretenimiento pasatista a la vez que facturan fortunas y los locales que buscan su espacio de difusión. En ese contexto, autores como David Cronenberg quedan muy pocos y no todos llegan a nuestras pantallas. Por eso es preciso hablar de Cosmópolis, el filme con el que este año el realizador canadiense ha competido en Cannes.

En alguna medida podríamos definir a Cosmópolis como una anti Road Movie ya que si bien el relato tiene lugar casi todo en tiempo en un vehículo en movimiento la puesta en escena transmite una sensación de asfixia y encierro que no es común ni siquiera en algunas road movies de terror.

Eric Packer es un joven multimillonario en plena crisis personal. Él decide atravesar la ciudad de Nueva York, en su limusina, para cortarse el cabello. El tráfico está particularmente pesado debido a que el presidente de los Estados Unidos se encuentra en la ciudad y abundan las manifestaciones antisistema. Cosmópolis relata ese recorrido en el cual Eric irá recogiendo y dejando eventuales interlocutores con los que hablará de cuestiones económicas, bursátiles, personales e incluso se hará un chequeo de rutina y tendrá sexo.

Si bien para los que lo conocen Eric Packer parece ser una persona segura que tiene todo bajo su control el notable trabajo de Cronenberg nos pone de manifiesto en cada dialogo y en cada mirada del personaje encarnado por Robert Pattinson su angustia y su fragilidad. Es por ello que no entiendo las exageradas críticas que sufrió el protagonista del filme, aunque es incuestionable que cuando este interactúa con actores de la categoría de Juliette Binoche o Paul Giamatti el filme crece.

Como era de prever David Cronenberg domina todos los aspectos de la puesta en escena para construir un filme opresivo y ominoso sobre la decadencia del capitalismo y la timba financiera encarnadas en un hombre que deambula casi sin rumbo sobre su limosina blindada pero con el secreto deseo de correr algún riesgo más físico, doloroso y vital.