Cortázar & Antin: Cartas Iluminadas

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

“Cortázar era el escritor que yo hubiera querido ser, y el cine fue una manera maravillosa de plagiarlo sin que fuera delito”, dice Manuel Antín, con su memoria de elefante, desde sus oficinas de la FUC en una de las primeras escenas de Cortázar & Antín: Cartas iluminadas, el documental de Cinthia Rajschmir dedicado a indagar en la relación entre el director de La cifra impar y el autor de Rayuela. Una relación de múltiples aristas: artística, personal y profesional.

Antín conoció a Cortázar dos veces. La primera fue leyendo sus libros. La segunda, cuando entabló una amistad que cimentó las bases para que el director adaptara cuatro cuentos de sus cuentos. Fue, mayormente, una relación a distancia, en tanto Cortázar vivía en París y Antín en Buenos Aires. Todas las semanas se enviaban cartas compartiendo situaciones de sus vidas pero también recomendaciones de libros y películas y, sobre todo Cortázar, opiniones sobre el desarrollo artístico de las películas.

Esas cartas conforman el núcleo duro de este documental centrado principalmente en los momentos que unieron fuerzas en el cine, como por ejemplo en el guion de Circe. Con testimonios de quienes trabajaron en estos proyectos –sobresale la figura de Graciela Borges–, Cartas iluminadas recupera la voz de Córtazar a través de varias “audio cartas” enviadas desde Francia, que se mezclan con las anécdotas y reflexiones de Antín. Una oportunidad única de escuchar a dos referentes indiscutibles de la cultura nacional, a la vez que de meterse en la cocina de los momentos más importantes de la historia del cine argentino.