Corralón

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Una película oscura e inquietante, como la mente de los humanos cuando sufren humillaciones y solo conocen, como liberación, la venganza, Filmada en un bellísimo blanco y negro, en la localidad de Moreno, con un libro mínimo que permitió la espontaneidad y la improvisación de los actores. Una manera de hacer cine que reúne en una productora al director, los protagonistas y reclaman para si una forma de crear y trabajar. Ese corralón del título, manejado por el personaje siempre eficiente de Carlos Portaluppi emplea a los personajes de Luciano Cáceres y Pablo Pinto. Una dupla que funciona recorriendo el barrio y entregando materiales, uno hosco, cínico, obsesionado por los perros a los que eleva a condición de dioses. El otro elemental, bonachón, bancador, inconciente. Cuando la humillación con que los trata un cliente, un hombre con dinero, que se lleva el mundo por delante, con una esposa medicada y dócil, rompe los diques de contención de las relaciones sociales sobreviene el drama. Se abre paso lo inapelable, la violencia. Cuando se rompen los límites de cada corralón surge lo irracional. Un film inusual en el cine argentino, que maneja el suspenso y la locura con buen pulso, con cierto aire al cine de José Celestino Campusano, con muy buenas actuaciones y una intensidad que nunca decae.