Corpus Christi

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

Luego de La sala de los suicidas (2011), Varsovia (2014) y Hater (2020, Netflix) del cineasta polaco Jan Komasa, llega el estreno de Corpus Cristi que retoma algunos de los temas abordados en sus films anteriores: la manipulación, la hipocresía social, la falta de aceptación y el cuestionamiento a las instituciones.

Basada en hechos reales y escrita por Mateusz Pacewicz, Corpus Christi narra la historia de Daniel (Bartosz Bielenia) un joven violento que cumple una condena en el reformatorio juvenil. Allí, colabora con el cura del lugar (Łukasz Simlat), un hombre al que admira y en quien se inspira para mejorar y seguir su mismo camino, algo que será imposible por sus antecedentes. Sin embargo, cuando Daniel sale bajo libertad condicional para trabajar en el aserradero de un pueblo, se cruza con una chica del lugar (Eliza Rycembel) presentándose como cura. Bajo ese disfraz que él mismo sostiene con esfuerzo, el engaño seguirá su curso y Daniel ganará una oportunidad dentro de una comunidad atravesada por una tragedia.

A medida que el relato avanza subsumido por los secretos que oculta, el protagonista construye su propia puesta en escena a través de inspiradoras prédicas religiosas, al mejor estilo de un pastor evangélico, que deja al descubierto la necesidad de modificar el mensaje otodoxo institucional de la iglesia católica. Al tiempo que muestra las reacciones resistidas de los fieles que asisten, más que por la fe, para expiar sus culpas.

La ruptura del status quo es un rasgo que Komaso utiliza en sus historias. En esta oportunidad, primero se muestra desde lo carcelario, y luego, dentro de esa pequeña comunidad que gira en torno a la parroquia, otorgándole a Daniel el poder de escuchar y ser escuchado, como nunca antes. Al arrastrar un pasado de rechazos, violencia y desesperanza, el protagonista lidia en su interior para redimirse, y ante esta oportunidad comenzará a desplegarse un tour de force emocional y corporal para sostener su imagen y aspirar a un mejor porvenir.

Al igual que el personaje de Tomek en Hater el encubrimiento implica una farsa para acceder a un estatus social diferente; si Tomek se basó en un famoso abogado, Daniel lo hará con el sacerdote del reformatorio. La pregunta latente es si pueden escapar de su identidad, de sus raíces, y si vale la pena sacrificarse para lograrlo. La fragilidad de esa farsa como de la fe puesta a prueba, generan una tensión constante a lo largo del relato. Paralelamente, la tragedia que vive la comunidad también esconde secretos compartidos y resentimientos entre ellos, que van revelándose con desconfianza.

Movidos hacia la búsqueda del perdón y la salvación, los personajes se vinculan a través de la pérdida y la culpa, generando un clima introspectivo que se enmarca con los tonos azulinos y grisáceos de los espacios que habitan; una acertada elección en la fotografía de Piotr Sobociński Jr.

La buena recepción de Corpus Christi en la industria audiovisual, le valió varias nominaciones, entre ellas: al Oscar como mejor película extranjera; mejor película en los Premios Goya y el premio como Mejor Actor a Bartosz Bielenia, que supo estar a la altura de su personaje, entre otras menciones.

Representante de una de las voces autorales del cine polaco contemporáneo, Jan Komasa indaga en imágenes cuestiones del orden moral, político y espiritual, a la vez que profundiza en las temáticas que ha ido explorando en relación a los comportamientos sociales, la estigmatización de clase y la desesperanza en el sistema que vivimos.

CORPUS CHRISTI
Boże Ciało. Polonia/Francia, 2019.
Dirección: Jan Komasa. Guion: Mateusz Pacewicz. Intérpretes: Bartosz Bielenia, Eliza Rycembel, Aleksandra Konieczna, Tomasz Zietek y Leszek Lichota. Fotografía: Piotr Sobocinski Jr. Montaje: Przemyslaw Chruscielewski. Duración: 116 minutos.