Corgi: De príncipe a callejero

Crítica de Santiago García - Leer Cine

El cine de animación no está completamente dominado por Estados Unidos. Durante el año se estrenan películas de otros países que no se identifican como tales ni tampoco necesitan hacerlo. Corgi: De príncipe a callejero (The Queen’s Corgi, 2019) es un film realizado en Bélgica y tal vez por eso sin demasiadas preocupaciones de corrección política a la hora de hacer chistes sobre La reina Elizabeth II o Donald Trump.

Rex es un corgi que desde cachorro se convierte en el favorito de la reina, para celos del resto de los corgis, los empleados de Buckingham Palace y hasta el mismísimo Philip, duque de Edimburgo. Pero Rex es un poco caprichoso, rebelde, engreído e irresponsable. No percibe lo que produce a su alrededor y en particular en otro de los corgis, Charlie, cuyo deseo de ser el favorito de la reina lo puede llevar a hacer cualquier cosa.

La película en teoría apunta al público infantil, pero los chistes en ningún momento parecen preocuparse por los más pequeños. Más que una película infantil con guiños a los adultos parece un film para adultos dentro del género de animación. Sin duda se hizo en un país donde no hay pruebas con los espectadores o formas de controlar el contenido de los films. Esto, claro, no es un defecto. Los chicos tal vez se diviertan con la animación, pero los chistes son subidos de tono y algunos momentos directamente son para un público adulto.

Aunque la película bromea con la realeza británica finalmente es muy respetuosa y conciliadora. No le importa mucho ser amable con Donald Trump e Ivanka, aunque tampoco hay que tomarlo como un comentario político. Basta ver los videos de la visita del presidente norteamericano a Gran Bretaña para ver que la película no exagera tanto. Rara, demasiado adulta, simpática y finalmente entretenida, Corgi: De príncipe a callejero es una rareza, no necesariamente de las que gustan a todos, más bien todo lo contrario.