Corazón silencioso

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Desde Dinamarca, llega Corazón silencioso, un drama con exquisitas actuaciones y un clima único; dirigida por Bille August (Los Miserables, La Casa de los espíritus).
Tres generaciones de una familia se reúnen un fin de semana. Las hermanas, Sanne y Heidi, han aceptado que su madre, enferma terminal, desee poner fin a su vida antes de que su estado empeore. Pero según transcurre el fin de semana, la decisión de la madre resulta cada vez más difícil de aceptar y viejos conflictos salen a la superficie.

Bille August no es ajeno al drama y a la construcción de personajes al rededor de él. En Corazón silencioso los personajes deambulan eu una pequeña locación, una casa y sus alrededores. El ambiente los encierra, y las distracciones son pocas tanto para ellos como para el espectador.

La atención recae en sus protagonistas, cada uno definido por lo mucho que dicen o por lo poco que hablan; por las miradas que se entrecruzan; o por un pasado que va saliendo a flote para entender más su sufrimiento.

Paprika Steen (Heidi) y Danica Curcic (Sanne) realizan el papel de dos hermanas, separadas por su forma de ser, pero no tan diferentes como ellas creen. El cambio que conllevan a lo largo del film, transforma sus decisiones y son expresadas con un carácter único hacia la pantalla. Pilou Asbæk (A Hijacking, Juego de Tronos) el más ajeno a la familia, y el menos pensado; es aquel que formula la comprensión más consciente y reflesiva hacia Esther.