Un duelo verbal tracción a mentiras El estreno en Argentina de la ya lejana Los Ojos de Julia (2010) nos hizo descubrir a Oriol Paulo, un guionista y realizador español que de a poco terminó confirmándose como una de las figuras más interesantes del suspenso iberoamericano. Contratiempo (2016) es una nueva prueba de su talento para los climas opresivos y enrevesados… A priori se esperaba mucho de la nueva película de Oriol Paulo, uno de los principales responsables de lo mejor del suspenso español reciente y del cine de género iberoamericano en general, y por suerte el opus en cuestión no sólo no defrauda sino que además se abre camino como un interesante ejemplo de todo lo que se puede lograr cuando se exprimen con astucia los motivos clásicos de los thrillers para darles una vuelta de tuerca simple pero cumplidora. Para aquellos que no lo conozcan, Paulo firmó el guión de las prodigiosas Los Ojos de Julia (2010) y Secuestro (2016) y dirigió y escribió El Cuerpo (2012), su ópera prima y otro trabajo redondo de dialéctica hitchcockiana y toques de horror, algo así como la “marca registrada” del señor dentro de una industria -similar a su homóloga argentina- que cada año ofrece más y más obras que salen a competirle a Hollywood en sus dominios. Hoy Contratiempo (2016), el regreso de Paulo al doble rol de director y guionista, funciona como otra experiencia adrenalínica basada en el gran desempeño del elenco y en las idas y vueltas de una historia muy engañosa. El presente -y catalizador primordial del relato- es el encuentro entre el exitoso empresario Adrián Doria (Mario Casas) y la “preparadora de testigos” Virginia Goodman (Ana Wagener) a raíz de una acusación que pende sobre la cabeza del primero, a quien han hallado en un cuarto de hotel herméticamente cerrado y con el cadáver de su amante Laura Vidal (Bárbara Lennie). Frente a la posibilidad de que se presente ante la policía un testigo que enturbie aún más su situación, Doria le comienza a contar a Goodman acerca de un accidente automovilístico que él y la occisa protagonizaron tiempo atrás, relacionado a su vez con un chantaje que “desencadenó” la muerte de Vidal. Sin adelantar demasiado, podemos decir que la premisa de base se inspira por un lado en el andamiaje de los misterios centrados en una burguesía hipócrita, cobarde y desesperada por salir impune de sus crímenes (como si se tratase de un Claude Chabrol con esteroides), y por el otro en ese esquema de venganza patentado por Ingmar Bergman en ocasión de La Fuente de la Doncella (Jungfrukällan, 1960), aquel pantallazo místico sobre el azar y los sacrificios de la justicia por mano propia (después de un asesinato, los culpables terminan en la casa de la familia de la víctima, circunstancia que dispara el dilema y los detalles de la revancha). Aquí el popurrí dramático no es preponderante porque está al servicio de los artilugios de la manipulación de Doria y Goodman, un planteo muy bien aprovechado por Paulo en consonancia con un juego de espejos que también encontrábamos en El Cuerpo. La trama retoma elementos del film noir y la clase B de décadas previas para construir una mixtura fascinante conformada por una femme fatale, la doble faz de los protagonistas, sus cuentas pendientes, un poder económico que puede desvanecerse y un tono narrativo exacerbado e inclemente. De hecho, algunos diálogos pretendidamente autocontenidos (con vistas a explicitar conceptos de fondo) y los climas opresivos símil claustrofobia (más allá de los flashbacks y flashforwards constantes, en realidad nunca salimos del departamento donde se reúnen el acusado y Goodman) apuntalan a la perfección la posibilidad asumida de reinterpretar los acontecimientos bajo distintas perspectivas superpuestas, denunciando en el trajín el execrable arte de proferir mentiras de los abogados y recuperando los viejos y queridos duelos verbales de antaño, en sintonía con el pulso detectivesco más enrevesado…
Un ejercicio de misterio que, a pesar de su resultado, explota todas sus posibilidades. El Cine Policial tiene dentro de sus muchas variantes una muy específica llamada el “Whodunnit” (¿Quién lo hizo?), donde se trata de develar, en un espacio pequeño y a contrarreloj, quién es el responsable de un crimen, habitualmente un asesinato. Aunque la tradición determine a la postre que hay solo una verdad y un solo culpable, el film español Contratiempo nos plantea, tan confusa como plausiblemente, las miles de variables que pueden devenir en un hecho criminal. ¿Dónde estaba usted cuando asesinaron a…? Adrían Doría es un joven y exitoso empresario que corre el riesgo de perderlo todo (su negocio y su familia) por un crimen que no cometió. El mismo no es nada más ni nada menos que el asesinato de su amante, que lo tiene a él como único sospechoso. Su abogado contrata los servicios de una preparadora profesional de testigos, que solo tendrá tres horas para dar vuelta el caso. Pero para esclarecer ese misterio es necesario esclarecer otro sobre un hecho de sangre en el que estuvieron involucrados Adrián y su amante. El guion tiene todos los elementos para que un misterio funcione. Durante gran parte de la película, la trama sortea bastante bien el concepto de “crimen dentro de crimen” que pretenden desarrollar, apelando incluso a preceptos clásicos. No obstante, pasada la mitad del metraje la historia abusa de su propia inteligencia y cuando empieza a apelar al concepto de “pensamiento lateral”, presentando las repetidas variables en las que pudieron haber ocurrido ambos crímenes. Más que hacer pensar al espectador, lo confundan, cosa que es una verdadera lástima porque tienen un final que verdaderamente no se lo ve venir. A pesar de esta contra, hay que reconocer que los guionistas hicieron su tarea y estuvieron en todos los detalles; no omitieron nada. En materia actoral Mario Casas y Bárbara Lennie entregan labores interpretativas prolijas y a la altura del desafío, pero los que verdaderamente se lucen son José Coronado, compenetrado y conmovedor; y Ana Wagener, que entrega más de una sorpresa desde el primer momento que aparece en pantalla. Los rubros técnicos están bastante bien cuidados y detallados. Tanto la fotografía como la dirección de arte cuentan con unos tonos verdosos y amarillentos que nos saben sumergir en el ambiente de inestabilidad psicológica en donde están sumergidos los personajes. No obstante el rubro que verdaderamente destaca es la partitura musical de Fernando Velázquez (El Laberinto del Fauno). El montaje está bastante organizado, pero al ir de la mano con el guión, termina sucumbiendo no pocas veces ante las mismas falencias. Conclusión: Contratiempo es un producto muy bien actuado y muy bien filmado, que sabe llevar de la nariz al espectador con sus charadas y vueltas de tuerca, pero cuando estas llegan al punto del abuso, el interés por saber quién es el verdadero perpetrador del crimen termina siendo no tanto producto de la curiosidad sino de la impaciencia y de la jaqueca.
Rompecabezas contrareloj Todos tenemos diariamente algún contratiempo, es decir, accidentes o sucesos inesperados que obstaculizan o impiden la concreción de algún acontecimiento en nuestras vidas. Los contratiempos pueden ir desde simples conflictos como el congestionamiento de vehículos en las calles hasta asuntos más complejos tales como un accidente, pero todos coinciden en que alteran el orden natural de las cosas. El director español Oriol Paulo, vuelve a la dirección cinematográfica luego de las buenas recepciones que cosechó su ópera prima El cuerpo (2012) y pone en escena cómo cuando todo está perfectamente calculado, tan solo una mínima obstrucción puede desequilibrar y desatar un caos imparable. Contratiempo (2016) cuenta la historia del exitoso empresario Adrián Doria (Mario Casas), quien contrata los servicios de Virginia Goodman (Ana Wagener), la mejor preparadora de testigos del país, para que lo ayude debido a que se lo acusa del asesinato de su amante Laura Vidal (Bárbara Lennie), del que él se declara inocente. Durante una noche en la que los minutos parecen correr más rápido de lo normal, ambos trabajan para buscar una táctica lógica y creíble que lo libere de la prisión. Sin embargo, la aparición de un nuevo testigo amenaza con destruir cualquier estrategia de salvataje, lo cual los pone a prueba para reconstruir los acontecimientos pasados de Doria y encontrar una rápida solución. Contratiempo se presenta como un complejo rompecabezas en el que las piezas de cada uno de los personajes encastran según los intereses de cada uno de ellos, sumergiéndolos en un peligroso juego. “Tenemos 180 minutos para volver a empezar”, le advierte la preparadora de testigos Virginia Goodman al empresario Adrián Doria y pone en marcha una carrera contra el tiempo repleta de giros, algunos ingeniosos y otros forzados, que obligan al espectador a mantenerse cautivado por la historia durante los 100 minutos que dura el film. Oriol Paulo presenta un thriller que expone cómo puede reaccionar un ser humano ante situaciones límites teniendo noción, o no, de las devastadoras consecuencias que le esperan por sus erróneas decisiones. La premisa de la infidelidad de un hombre exitoso con el consiguiente asesinato de su amante, y del que encima se lo acusa, suena interesante, pero es simplemente el inicio de una montaña rusa de acontecimientos que lleva al protagonista de esta historia al punto más alto de desesperación y adrenalina. La película propone un estado de tensión permanente, escena a escena, lo cual podría ser contraproducente si lanzara todas las explosiones al inicio quedándose sin artillería para el final, sin embargo, la historia no decae en ningún momento por lo que sale triunfante en ese sentido. Esto se logra en cierto punto por el gran trabajo de montaje a cargo de Jaume Martí, que le da la velocidad indicada al relato. La fotografía por Xavi Giménez y la destacada banda sonora por Fernando Velázquez permiten adentrarse de lleno en la historia, pasando desde los caóticos paisajes urbanos y misteriosos bosques hasta la asfixiante sensación de encierro en un cuarto de hotel. Los aspectos negativos aparecen en la necesidad de encastrar absolutamente todas las piezas del rompecabezas de manera perfecta, lo que hace que varios giros de la historia se perciban como forzados por el solo hecho que el relato cierre redondo. Además, la constante presencia de idas y vueltas generan que el espectador no termine de digerir una hipótesis que ya está en marcha la siguiente. Respecto al reparto, Mario Casas se luce a través de una destacada labor. Si bien, en un comienzo se lo ve como el clásico galán que ha interpretado en films anteriores, con el correr de los minutos deja atrás la etiqueta y muestra sus dotes actorales. Ana Wagener personifica a la perfección a la prestigiosa preparadora de testigos, distinguiéndose en cada escena. Por otra parte, las actuaciones de José Coronado y de Bárbara Lennie también son dignas de destaque. “Todo está en los detalles”, decía la famosa frase de Roberto Bermúdez, interpretado por Ricardo Darín en la película Tesis sobre un homicidio (2013) y esta afirmación se observa en la película Contratiempo que pone a prueba constantemente al espectador y lo invita a ser testigo, y a la vez detective, de un peligroso juego que altera la rutina de los personajes minuto a minuto. Oriol Paulo brinda un auténtico thriller con elementos de los clásicos relatos de misterio y acertijos, aportando su propia impronta en una historia donde nada es lo que parece y el tiempo no corre… vuela.
Es una película española de Oriol Paulo, que también escribió en guión, que presenta un caso policial donde el protagonista se declara inocente, con toda la evidencia en contra, pero que oculta otras culpas. Todo comienza con una pareja de amantes, los dos casados, que cubren su escapada con mentiras, que tienen un accidente con consecuencias fatales, y deciden ocultarlo todo. Después de un buen comienzo de tensión que ocupa la primera parte de la película, aparecen las vueltas de tuerca del argumento, con demasiada fantasía, puntos pocos creíbles y lo que es peor con salidas que finalmente resultan previsibles. El peor pecado. Protagonizado por Mario Casas, Ana Wagener, José Coronado y Bárbara Lennie, esta armado como un ejercicio de suspenso que solo esta logrado en la primera parte. Después se complica y finalmente todo resulta como un ensayo fallido.
Contratiempo: La asfixiante atención a los detalles. Mario Casas protagoniza este thriller español en el que no se puede confiar en nadie, y los idas y vueltas de sus testimonios llenan de duda y dejan a los espectadores al borde del asiento de principio a fin. Adrian Doria (Mario Casas) es un empresario que, tras ser acusado del asesinato de su amante Laura Vidal (Bárbara Lennie), contrata a Virginia Goodman(Ana Wagner) la mejor preparadora de testigos del país, quien tendrá que recomponer en una carrera a contrarreloj los testimonios de Doria y develar los misterios que lo pusieron en esta situación. El problema se remonta meses atrás, cuando los amantes están regresando con sus respectivas familias luego de una nueva escapada romántica, tanto la vida de joven emprendedor exitoso que lleva él como la de condecorada fotógrafa que lleva ella resultan de ensueño mientras transitan la desierta ruta montañosa de un pequeño pueblo español. Todo esto se pone de cabeza cuando tras cruzarse un ciervo ambos chocan con un auto cuyo joven conductor fallece al instante, este es el primero de los múltiples contratiempos que encontrara Doria en sus intentos por salir airoso de sus predicamentos, esta película hace un sublime trabajo de ir desperdigándolos lentamente para irlos cerrando, unos más forzadamente que otros, satisfactoriamente para el final del film. La historia lleva a cabo un interesante juego entre el tiempo presente en el que Doria y Goodman repasan lo sucedido y el pasado, en que el crimen cometido y la forma en que se va desarrollando se modifica constantemente a medida que las aventuradas deducciones de Goodman exprimen los detalles necesarios por parte de Doria para ir tapando los hueco del relato del acusado. Como buen thriller basado en la búsqueda de un asesino los giros abundan, y por lo ingeniosa y prolija que es la historia a veces se tropieza con sus propios pies sobre explicando ciertos puntos que a fin de cuentas no hacían mas por el desarrollo de la trama que agregar otra variable sobre la cual hipotetizar, y con la abundancia de sospechosos y acciones a la cual prestarle atención lo intrincado de estos giros puede abrumar al espectador. El elenco cumple con creces, desde un Mario Casas que nos tiene acostumbrados a sus papeles de galán pero que aquí brinda un personaje que arranca abrumado y sensible pero comienza a mostrar capas de perversión, furia, desesperación y termina siendo quizás el más amenazante de todo el film. Ana Wagner es el otro punto fuerte, su retrato de Virginia Goodman es hipnótico, de carácter intuitivo y firme, logra una química impecable con Mario Casas mediante sus intercambios en los que el control de la situación es disputado meticulosamente por ambos como en un juego de ajedrez. Jose Coronado cumple en su papel de padre de la victima que incansablemente busca la verdad hasta caer mediante la desesperación en una cruzada personal que lo hará perder casi todo intentando encontrar a los asesinos. La ya mencionada Bárbara Lennie también se destaca mediante una exposición de varios tipos distintos de personalidad que son retratados en los relatos de Doria y Goodman. La bellísima fotografía de Xavi Giménez (El Maquinista) crea una atmosfera atractiva y pacífica en un momento para dar lugar a la reclusión y desesperación en el siguiente con suma facilidad, y ayuda a que el ritmo no decaiga. El director Oriol Paulo logra en este, su segundo largometraje, una cadencia justa que no se apresura pero tampoco se ralentiza, y al mismo tiempo que el film, forma un rompecabezas casi perfecto en el que es muy difícil que el espectador se distraiga. Contratiempo será sin dudas un punto alto para las grandes producciones del cine Iberoamericano este año, y sin lugar a dudas merece que los amantes del suspenso le den una oportunidad a partir de este Jueves 23.
Un castillo de naipes algo inestable. Resulta paradójico que una película donde se hacen varias referencias a la verosimilitud tenga problemas en hacer creer su historia. Más apoyado en la oralidad que en las imágenes, el opus dos del barcelonés abusa de los cambios temporales y las vueltas de tuerca. “La verosimilitud está en los detalles”, le dice –y lo volverá a hacer varias veces, como para que quede bien en claro que es importante– la avasallante preparadora de testigos Virginia Goodman (Ana Wagener) a Adrián Doria (Mario Casas) y también a los espectadores de este thriller de la vieja escuela llamado Contratiempo. A fin de cuentas, la idea central del segundo largometraje como realizador del guionista barcelonés Oriol Paulo es justamente esa, que la verosimilitud pasa menos por fotocopiar la realidad que por construir un relato plausible dentro de una lógica interna propia, independientemente de que pueda o no vincularse con lo que suceda de este lado de la gran pantalla. Por eso mismo los cuestionamientos no deberían venir por el grado de verdad de lo que se cuenta –que es nulo–, sino por la viabilidad de esas acciones dentro de las coordenadas planteadas por el guión y, sobre todo, por las elecciones de un realizador que confía más en la oralidad que en las imágenes. Lo que en el cine puede ser un problema. Y aquí, por momentos, lo es. Da la sensación de que Paulo ideó su opus dos después de haber visto toda la filmografía de Brian De Palma, de quien bebe, sin demasiada preocupación por ocultarlo, su fascinación por la duplicidad y lo reflejado, además de los recurrentes cambios de punto de vista. El juego del doble atravesará el relato de principio a fin, incluyendo un desenlace totalmente absurdo pero que, pequeño mérito del film, adquiere cierto gramaje de coherencia cuando se lo circunscribe al contexto previamente construido. O con una parte, porque Contratiempo es como un castillo de naipes que se arma, se sopla y se vuelve a armar una y otra vez. Todo empieza con Doria esperando ansioso a quien le vendieron como su última esperanza: una mujer con dominio absoluto del arte de la retórica con la que, en apenas un par de horas, deberá preparar una defensa sólida que lo salve de una condena casi segura por asesinato. No es una tarea fácil: él fue encontrado junto al cadáver de la víctima (Bárbara Lennie, la vecina bonita del protagonista de El apóstata) en la habitación de un hotel trabada desde adentro y con ventanas sin manijas, por lo que difícilmente alguien pueda creer en la teoría de un tercer involucrado. Soria, además, es un poderoso empresario de probados vínculos con el poder, lo que magnifica su caso en los medios y, de paso, encuadra al film en la nómina de producciones españolas de aspiraciones comerciales que agregan elementos críticos de la coyuntura a sus habitualmente clásicos núcleos argumentales. A partir de esa premisa, Contratiempo irá multiplicando sus capas temporales, yendo desde el pasado más reciente del protagonista junto a esa mujer que supo ser su amante hasta las posibles formas de llenar los (en principio pocos) agujeros negros de la teoría oficial. En uno de esos flashback habrá un hecho trágico que no conviene adelantar pero que incluirá al potencial tercero en discordia, permitiéndole a Oriol ofrecer el primero de varios –¿decenas?– de quiebres narrativos, siempre explicitados desde la oralidad de sus personajes en off. Después, quizá ese tercero nunca haya existido. O sí pero fue otro. O todo pudo haber sido exactamente al revés. O nada de lo anterior. Contratiempo es, entonces, un film rocambolesco y pasadísimo de rosca en gran parte de sus aspectos, desde el tono interpretativo de prácticamente todo el elenco hasta el abusivo uso de la música incidental, pasando por su aglomeración de vueltas de tuerca en los últimos veinte minutos y su capacidad para ponerse a sí misma en abismo. Pero también uno con un convencimiento profundo en lo cuenta y en las particularidades sus reglas y lógicas de juego. Que sean “reales” es lo de menos: si “la verosimilitud está en los detalles”; la verdad, aquí, importa poco.
La medida de la inocencia Quién es el culpable del asesinato de una joven mujer en un lujoso hotel... Sobre esta base, el director Oriol Paulo logró un thriller pleno de suspenso y de emoción al relatar las penurias por la que deberá transitar Adrián, un exitoso empresario que es señalado como autor de la muerte de su amante. Él se declara inocente, pero ante todas las evidencias en su contra, decide ponerse en manos de una abogada. En el transcurso de una noche ambos trabajarán para hallar una duda razonable que lo libere de la cárcel. Sin embargo, la aparición de un nuevo testigo amenazará con destrozar la estrategia de la defensa obligándolos a recomponer las piezas de un rompecabezas imposible, y así la acción vuelve al pasado, cuando Adrián (muy buen trabajo de Mario Casas) y su amante comenzaron esa relación turbulenta. De aquí en más la trama va mostrando cada uno de los secretos que, comenzando por un accidente que los convierte en cómplices, se volverán una continua amenaza para ese hombre dispuesto a demostrar su inocencia. La historia se convierte así en algo más que en un simple reto en forma de acertijo, ya que explora la naturaleza humana ante situaciones límites. Paulo supo conducir este entramado con enorme calidad en una atmósfera asfixiante que propone un accidentado viaje convertido en un caleidoscopio con un final insólito y escalofriante.
Logrado policial español Un joven empresario, el empresario del año según sabremos más adelante, recibe a la especialista que le envía su abogado para preparar la coartada perfecta frente a una grave acusación de asesinato. Le dicen que en pocas horas el juez de instrucción recibirá a un testigo especial, así que deben apurar el trabajo. No dejar un detalle fuera. Para evitar riesgos, conviene que la especialista conozca la verdad con todos los vericuetos del caso. El caso es que tiempo atrás él estaba con su amante en la habitación de un hotel de montaña, y de pronto un entrometido lo desmayó de un golpe. Cuando despertó, la mujer estaba muerta, puerta y ventanas cerradas por dentro, y la policía en el pasillo. ¿Por dónde escapó el asesino? ¿Quién era, quién lo envió, por qué le endosan al exitoso empresario ese crimen? ¿Y cómo explicarle a la esposa y la hija que eso era un viaje de negocios? La profesional empieza a escarbar. El acusado requiere un sacacorchos. La verdad siempre es enredada y cada cual tiene la suya. Por ahí aparece otra escapada, un ciervo que se cruza en el camino, un feo accidente, una decisión errónea que conduce a otras, y éstas a una trama de mentiras que complican las cosas. Hay mentes frías, mentes afiebradas, mentes vengativas, nuevas teorías, las piezas van armando el puzzle, formando nuevas figuras, hasta dar con la definitiva. Inesperada para casi todo el público, y acaso también justiciera y regocijante, depende de parte de quién se ponga cada espectador. El cuento tiene sus bemoles y artificios, pero engancha a todo lo largo, permite discusiones posteriores, y alienta las ganas de verlo de nuevo con más detenimiento. Responde a la tradición de las novelas de intriga en cuarto cerrado, el "who do it", y también al conflicto moral planteado por J.A. Bardem en "La muerte de un ciclista". Quien piense en Hitchcock o Brian De Palma puede cometer deducciones inútiles. Autor, el catalán Oriol Paulo, el mismo de "El cuerpo", acá visto solo en Netflix. Bajo sospecha, Mario Casas. Partícipes necesarios, la veterana Ana Wagener, José Coronado, Barbara Lennie. Se disfruta y aviva la inteligencia.
ENTRE LA VERDAD Y LA VEROSIMILITUD Contratiempo es un thriller que se presenta como un ejercicio impecable de guión cinematográfico; impecable, aunque también le cabe el adjetivo de implacable. Podría decirse que este segundo film del barcelonés Oriol Paulo, no propone una estructura narrativa completamente novedosa, un formato de thriller que, para los amantes del suspenso, no sea ya conocido. Así y todo, Contratiempo resulta ser un producto que supera el estatuto del buen alumno. Sus referencias fuertes, que evidentemente son las del cine clásico, parecen estar más que aprendidas. Y con este saber Paulo va un poco más lejos, es decir, introduce algunos giros extra a la trama que la tornan sorpresiva, no solamente hacia el final del relato sino durante todo el transcurso de la película. Además, y esto sí diverge un tanto de las narraciones clásicas, Contratiempo pone en jaque a la figura de la femme fatale, por momentos la pone en duda y, por otros, puede replicarla en otro personaje. Adrián Doria (Mario Casas) es un empresario joven que se encuentra en un punto álgido de su carrera. Desafortunadamente es acusado del crimen de su amante, lo que pone en riesgo ese lugar de privilegio que tanto le ha costado ganarse y que incluye a su esposa e hija. En este estado de situación interviene Virginia Goodman -interpretada por Ana Wagener-, una prestigiosa abogada que nunca ha perdido un caso y que pretende jubilarse con este reto. Tal como ella misma lo expresa en la primera escena del film, lo que construye un relato verosímil son los detalles. Y de igual manera opera el film de Paulo. La abogada fuerza al empresario a un racconto de los sucesos, que dispara diversos flashbacks, algunos más verosímiles que otros y así se va construyendo Contratiempo. La divergencia entre la verdad y la verosimilitud es lo que efectivamente va articulando este thriller que parece operar como un reloj suizo y que no deja al espectador un minuto desatento de la trama. De esta manera, sin ser un gran film, se transforma en una satisfactoria experiencia para la audiencia. CONTRATIEMPO Contratiempo, España, 2016. Dirección: Oriol Paulo. Guión: Oriol Paulo. Intérpretes: Mario Casas, Bárbara Lennie, José Coronado, Ana Wagener, Francesc Orella, Paco Tous, David Selvas, San Yélamos, Iñigo Gastesi. Música: Fernando Velázquez. Fotografía: Xavi Giménez. Montaje: Jaume Marti. Duración: 106 minutos.
Este thriller español, dirigido por el catalán Oriol Paulo, tiene una premisa tensa: un empresario rico dice no haber cometido un crimen del que se lo acusa, a pesar de que fue encontrado junto al cadáver en una habitación cerrada. El contratiempo sugiere la necesidad de dar con una coartada verosímil,y para eso contrata los servicios de una especialista en la preparación de testigos. Paulo va y viene con su historia, recargándo el relato más de lo que parece conveniente, pero llevándolo aún así hacia buen puerto: un film entretenido con herramientas para mantenerte atrapado.
Pasado de Rosca Adrian Doria es un exitoso empresario que se ve involucrado en el homicidio de su amante al ser encontrado junto a su cadáver en un lujoso hotel. Para defenderse, contrata los servicios de Virginia Goodman, una de las mejores abogadas del mercado. En el transcurso de una noche, ambos trabajarán para encontrar una duda razonable que lo libere de la cárcel. Sin embargo, no todo es lo que parece en este thriller psicológico de vueltas de tuercas, callejones sin salida y rompecabezas imposibles. Este imponente filme español es la segunda obra del realizador Oriol Paulo. Si bien cuenta con un excelente diseño de producción y grandes actuaciones (sobre todo de Mario Casas y Ana Wagener), el guión de Oriol abusa constantemente de las vueltas de tuerca, tornandolo por momentos incomprensible. Lo entreverado y rebuscado del guión claramente persigue la intención loable de mantener enganchado al espectador, pero no obstante, lo único que logra es confundirlo a cada paso. Contratiempo es una historia fuertemente asentada en la oralidad y no en los hechos. Es decir, se basa en lo que los personajes dicen que pasó y no en lo que ocurrió realmente. Por ese motivo, el público no tiene referencias verosímiles de las que agarrarse para estructurar el relato. De ese modo, el realizador hace y deshace a placer, modificando las coartadas de los personajes a cada rato y reconstruyendo la historia desde cero cada vez. Así, lo que en un momento pudo ser intriga se convierte en hastío, y lo que insinuaba con ser tensión, se transforma en desinterés.
CUANDO EL TIEMPO Y LA NARRACIÓN SE MEZCLAN A CONTRA RELOJ Contratiempo es un film atrayente: con una estructura narrativa de impacto temporal, el film se propone armar una intriga constante e in crescendo… y lo consigue. Con una historia típica sobre un asesinato a resolver, el film muestra el interrogatorio, en tono de confesión a regañadientes, de un supuesto asesino. A través del diálogo, el hombre imputado va desarrollando su versión de la historia y en ella se va revelando una faceta totalmente opuesta del hombre que creemos conocer al principio. Es interesante este cambio en la interpretación del personaje, que va mostrando diferentes matices, lo que hace rico el ver la composición como un proceso de desarrollo. El relato del protagonista se encuentra interrumpido por flashbacks subjetivos de la versión de la historia de quien relata, en primera instancia de Adrián (el supuesto asesino) y luego de la preparadora de testigos. Desde la visión de ambos, tendremos las versiones de cómo este contratiempo ha impactado en sus existencias y en su devenir como seres humanos. Si bien este tipo de estructura narrativa es ya muy conocida, no deja de ser entretenida y atrayente a la hora de ver una película de suspenso, ya que estas idas y venidas temporales, sumado al contexto claustrofóbico de una habitación donde se lleva a cabo la confesión y una música que sirve para aclimatar y aumentar la atmósfera de suspenso, resulta efectiva para el público, que estará invadido por la duda hasta los últimos minutos del film. La puesta en escena es visualmente bonita, ya que muestra paisajes y lugares de España bellamente compuestos. Sin mucho más que decir, la película es entretenida y recomendable para los habitúes de los films de suspenso, pero también para los que no. Tendrán que verla para comprobar esta breve reflexión de quien escribe.
Un hombre acusado de un crimen, que en apariencia, o para el afuera, no cometió, recibe los servicios de la mejora abogada, especializada en armar coartadas sólidas en casos en los que inevitablemente la culpabilidad brota por los poros de los culpables. El realizador especializado en thrillers, Oriol Paulo (“Los ojos de Julia”, “El Cuerpo”) propone un puzle en el que nada ni nadie es lo que realmente dice ser en “Contratiempo”, pero en su ambición descuida algunos puntos, principalmente actorales. Mario Casas no logra ponerse en la piel de Adrián Doria, un multimillonario que quedará atrapado en sus propias mentiras. Así y todo, y frente a tanques Hollywoodenses, Paulo logra sostener su relato hasta el último momento.
Todo comienza cuando Adrián Doria, un joven y exitoso empresario, despierta en la habitación de un hotel junto al cadáver de su amante. Acusado de haberla asesinado, decide contratar los servicios de Virginia Goodman, la mejor preparadora de testigos del país. Es así como el film se va a centrar en la noche en la cual el protagonista es asesorado, mientras se van revelando los verdaderos hechos de lo sucedido. “Contratiempo” nos propone una historia que atrapa desde un inicio, debido a la cantidad de secretos que esconde el protagonista. Nada está totalmente dicho, sino que con el correr de la cinta se empieza a develar la realidad, haciendo mucho hincapié en los detalles. Sin embargo, lo que ocurre cuando uno comienza a ver este film español es que, a medida que se van desmenuzando los acontecimientos, el espectador siente que la trama es totalmente predecible y que ya sabe el final a la mitad del metraje. A pesar de que es muy intrigante, si se puede ver cómo va a acabar la historia antes de tiempo, el público se queda con un sabor amargo. Pero por suerte esto no termina ocurriendo en “Contratiempo”, sino que hacia la conclusión de la cinta nos vamos encontrando con una gran cantidad de giros sorprendentes, refutando todas nuestras teorías que a simple vista parecían obvias. El final provoca esa sensación de querer volver a ver el film, ahora con todos los cabos atados y todos los detalles presentados, para ver si en algún momento podíamos saber lo que realmente estaba sucediendo. Es de esas películas que necesita de una segunda visualización, no por el impacto, porque una vez que sabes la resolución, no podes volver atrás, sino para darle una diferente lectura a la historia. Uno de los puntos más fuertes de “Contratiempo” es el montaje, realizando un constante vaivén temporal. Si bien nos encontramos en el presente con la preparación de Adrián, los recuerdos de su relación y los distintos hechos que se fueron sucediendo hasta esa noche de hotel aparecen en todo momento. A pesar de que la trama se va complejizando poco a poco, no se vuelve confusa (solo tenemos esa sensación de no saber qué es real y qué no cuando se abordan conjeturas desde los distintos puntos de vista). Mario Casas es quien lleva adelante el film de una manera muy positiva y es muy bien acompañado por el resto del elenco compuesto por Ana Wagener, Bárbara Lennie, José Coronado, entre otros. Nuevamente el cine español sorprende muy gratamente, a partir de un thriller de suspenso y misterio, lleno de secretos. A pesar de que en apariencia es totalmente predecible, “Contratiempo” realizará una serie de giros para impactar al espectador y dejarlo con la sensación de haber pasado un muy buen momento. Con un montaje atinado y buenas actuaciones, el film de Paulo es una buena opción para ver.
“La verosimilitud está en los detalles”, recalca continuamente el personaje de la abogada Virginia Goodman, interpretada por la actriz Ana Wagener. En Contratiempo, Goodman tiene el difícil encargo de “salvar” a un joven y exitoso empresario acusado de asesinar a su mujer. Para eso, se reúne con él y va considerando estrategias a medida que escucha su versión de lo sucedido. Porque él insiste en que le pusieron una trampa, en que despertó en un cuarto de hotel tras haber sido atacado y con el cuerpo ya sin vida de ella a su lado. Mario Casas es el protagonista de este thriller que deja en evidencia a la larga que no se puede confiar en nadie. Es que un poco como sucede en la serie televisiva “The affair”, cada testimonio está marcado por un punto de vista, por un modo de vivir (y hacer creer que se vivió) cierta escena. Así, Contratiempo apuesta mucho a la repetición pero a través de algunas diferencias, a medida que su protagonista va revelándose. “La verosimilitud está en los detalles”, recordamos. Sin embargo, en este film dirigido por Oriol Paulo (“Los ojos de Julia”) algo falla con respecto a lo verosímil. Más allá de su inicio y primera mitad del film como algo prometedor, a lo último nos encontramos con un conjunto de situaciones ridículas y absurdas que en lugar de generar sorpresa, generan risas. “Contratiempo” tiene una buena premisa e intenta abarcar temáticas de mucha carga socio económicas, pero se termina enredando en un laberinto de inconsistencias. Los personajes de muchos matices y las decisiones que toman podrían haber sido mucho mejor explotados. Toda la película se sucede en una sola noche, con la inclusión constante de flashbacks, que parten del testimonio de su protagonista, algo bastante complejo, confuso y engañoso. Porque dentro de lo que él relata a veces también entra su propia versión de lo que su amante le relató sobre los momentos que no estaban juntos. A nivel técnico, Oriol Paulo sabe filmar y se desenvuelve muy bien en escenas tanto de suspenso como de acción (toda la trama es generada por un accidente automovilístico), pero se pierde entre vueltas de tuercas inverosímiles. En cuanto a lo actoral, Casas logra resultar ambiguo, la amante que interpreta Bárbara Lennie no termina de funcionar como femme fatale, y Ana Wagener salta de buenos momentos a algunos más penosos, producto de todos modos del flojo guión. José Coronado en su papel de víctima y perseguidor, es quizás quien más logre destacarse. “Contratiempo” sirve para pasar el rato pero más allá de que así lo pretenda es muy difícil tomársela en serio.