Contactos de cuarto tipo

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Los sospechosos de siempre

Gente de-saparece en Alaska: ¿Fabio Zerpa tenía razón?

Si hay algo interesante en Contactos de cuarto tipo es la duda que implanta en el espectador que se atreve a mantener los ojos abiertos, acerca de lo que es real y lo que es ficción. Cuánta es su capacidad de creer en lo que le cuentan.

Bah, si es o no un ingenuo.

La misma actriz Milla Jovovich abre la película diciendo a cámara "Yo soy Milla Jovovich, e interpreto a la doctora Abigail Tyler". Más tarde, se la dejará picando al espectador, que a estas alturas ya abonó su entrada: "Ustedes decidirán qué es cierto y qué no".

Resumiendo: en Nome, Alaska, la mentada Abigail es una psicóloga que ha quedado muy desmejorada luego de que su marido fallece (según ella, alguien lo apuñaló en la cama mientras los dos estaban durmiendo), y luego comienza a encontrar pistas en los relatos de sus pacientes, todos en estado de hipnosis, y con alteraciones en los sueños, acerca de algo extraño, un búho incluido en las ventanas como imagen recurrente.

El director (que "interpreta" a quien entrevista en la realidad, no en la ficción, a la supuesta Abigail) da vueltas hasta que, en cierto momento, da a entender que todo esto es producto de la abducción de varios ciudadanos de Nome por parte de extraterrestres.

Creer o reventar.

En la película confluyen, entonces, dramatizaciones y "escenas de archivo", grabadas con cámara de video que, cada vez que pasa algo extraño -alguna levitación, algún ataque- pierde el equilibrio y todo se torna borroso. Y más: una extraña vos gutural habla en una lengua indescifrable.

El combo parece similar a El proyecto Blair Witch y la más reciente Actividad paranormal. Lo dicho más arriba: los que crean que lo que están viendo tiene un viso de realidad, se tragarán todo y se asustarán de lo lindo. Ahora, los que descubran que nada de lo que se ve se filmó en Alaska sino en Bulgaria, en Columbia (Canadá) y en California, tal vez empiecen a mirar con cierta extrañeza a los sospechosos de siempre.