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Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Hay estrenos que no se justifican

En los correos electrónicos, en los mensajes de texto y en el chat se utiliza con frecuencia la onomatopeya de risa "jajajaja" para rematar alguna reflexión que se aplica como síntesis de "risa". Y es la menos trágica que se puede usar para este despropósito con forma de película. La trama, que intenta reconstruir con realismo lo que le ocurre a una psiquiatra a su paso por una localidad del norte de Alaska donde la gente tiene dificultades para dormir y no sabe por qué, parece interesante. Tras una noche "no se sabe adónde", y entre vagos recuerdos, Abigail Tayler, encarnada por Milla Jovovich, descubre que su esposo ha muerto, asesinado por mano anónima según divaga o suicidado según los que investigan el caso, y que su hija ha desaparecido para siempre. Tal como Tayler lo deduce a partir de varias sesiones de hipnosis con un colega, todos ellos fueron abducidos por un ser invisible (¿un extraterrestre?) que balbucea en ¡sumerio!

A decir verdad, el cineasta de origen nigeriano Olatunde Osunsanmi sólo parece querer generar miedito y polémica, como los episodios más sensacionalistas de Cazafantasmas , o tal vez servir de publicidad a diversas publicaciones ad hoc que seguirán a la película.

Para perpetrar este divague de 10.000.000 de dólares, que créase o no en Estados Unidos se estrenó en 2500 salas, Osunsanmi recurrió, además de Jovovich, a Will Patton y Elias Koteas, y a supuestas grabaciones genuinas de la supuesta psiquiatra Tayler, en las que se la ve descuajeringada, siempre al borde de quebrarse, enumerando hechos que más parecen producto de una locura galopante que de una desesperación provocada por sucesos que tuvieron lugar en el mundo real.

Una vez conocido el planteo, en el que aparecen demasiadas explicaciones sobreimpresas a las imágenes, excesivos monólogos a cámara de los mismos actores (que intentan dar fuerza de testimonio a la farsa), la rutina se repite una y otra vez entre fogonazos inesperados y música no menos efectista.

Es difícil entender por qué habiendo tantas excelentes películas que se descubren en las trasnoches del cable sin haber pasado por las salas, una como ésta, más apropiada para esos espacios en los que todo vale, llega a las pantallas grandes locales. Y ése sí es un verdadero misterio.