Conocerás al hombre de tus sueños

Crítica de Verónica Escalante - Leedor.com

Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger), la última película de Woody Allen que se estrena en Buenos Aires, comienza con una breve referencia a los versos (quizá los mejores versos de la literatura universal) que el atormentado Macbeth pronuncia en el acto V de la maravillosa (quizá una de las más inquietantes de la literatura universal) tragedia shakesperiana. Y esta mención nos arroja inmediatamente en los complejos avatares del alma humana: la ambición, la soledad, el desamor, la confusión, el fracaso, la traición.

Se trata como siempre, como cada vez (y la repetición no es signo de decadencia sino de perseverancia, de radical insistencia aún cuando se sabe que se está destinado al fracaso) de personajes en busca del sentido, de un autor en busca de respuestas. Pero como siempre, como cada vez, las respuestas no llegan y los sentidos se diluyen. Nos queda sólo el ruido y la furia y un puñado de ilusiones que permiten continuar la búsqueda.

Conocerás al hombre de tus sueños es una historia mínima con conflicto universal, como todas o casi todas las películas de Allen. Situada en Londres (como Match Point, Scoop y El sueño de Casandra) nos presenta a dos matrimonios, el de Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones) y el de su hija Sally (Naomi Watts) y Roy (Josh Brolin), que intentan resolver sus vidas persiguiendo quimeras imposibles. Alfie deja a Helena para correr en busca de la juventud perdida y de una call girl llamada Charmaine (Lucy Punch) y termina casándose con ella. Helena intenta suicidarse y, en su locura, recurre a los consejos, extravagantes y siempre complacientes, de una adivina embaucadora. La adivinación ha aparecido en otros films de Allen y nos remite aquí nuevamente a Macbeth y a las brujas que intenta persuadirlo certeramente sobre su trágico destino pero Macbeth no les cree. En cambio, la pitonisa de Helena le dice todo lo que ella quiere escuchar (conocerás al hombre de tus sueños), lo que ella quiere creer sobre ella, sobre Alfie, sobre Sally y sobre Roy.

Sally, por su parte, se enamora de Greg ( Antonio Banderas), un atractivo y elegante galerista para quien trabaja, mientras que Roy, un escritor fracasado que aguarda la respuesta sobre su último manuscrito, pierde la cabeza por Dia (Freida Pinto), una misteriosa desconocida que despierta su atención desde la ventana de enfrente.

Esta es la base de enredos y desconciertos que se ven amenizados por la voz de un narrador (¿El idiota que cuenta?) que intercala comentarios y reflexiones sobre los personajes y la historia que resulta, al fin y al cabo, una comedia que se ríe del fracaso, de la derrota y del sabor a nada que va teniendo la vida.

Las actuaciones (como siempre, como cada vez) son memorables. El genial director neoyorquino tiene el don de hacer brillar a los actores. Se destacan Gemma Jones y Anthony Hopkins pero todos están realmente muy bien; incluso Antonio Banderas vuelve a resultar un tipo interesante (como aquel viejo Banderas almodovariano) aunque su papel sea algo menor.

La música (como siempre, como cada vez) es bella y está en profunda armonía con el relato que se cuenta.

Y finalmente, está Woody Allen, el pequeño gran genio. Con 75 años, varios libros y 40 películas en su haber, es un indiscutido que, sin embargo, sigue suscitando polémicas y críticas más o menos mal intencionadas. Se dice que está acabado, cansado, repetitivo. Yo me pregunto si es posible pedirle una obra maestra cada año y si sus obras “mediocres” no serán mucho mejores que las de muchos, reconocidos y bienpensantes, directores de la actualidad. Tenemos la certeza, sí, que escribe como los dioses (que no existen) y que no da lugar a medias tintas: es un genio o un idiota. En el medio, están los críticos que juegan hoy con el discurso de la decadencia y de la nostalgia de los años dorados.

Conocerás al hombre de tus sueños (como siempre, como cada vez), transita las angustias de un director (uno de los mejores directores de la historia del cine) que sabe sondear el alma humana. Cualquiera de nosotros puede ser un personaje de Allen, cualquiera de nosotros tiene miedo de morirse, de estar solo, de fracasar. Es la poética del desencanto, el sentimiento trágico de la vida. Mucho ruido, furia y nada más.