Conexión Marsella

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Hacia mediados de la década de los años setenta del siglo pasado, varios hechos policiales vinculados a la droga y al consumo de estupefacientes en la costa francesa, terminaron por configurar y alertar sobre la estructuración de un cartel mafioso que lideraba la región.
Sabiendo esta trascendencia, y queriendo construir un relato épico basado en el tradicional juego del poliladrón, es que “Conexión Marsella” (Francia/Alemania, 2014) acerca su propuesta de policial y thriller para narrar la lucha de Pierre Michel (Jean Dujardian) un policía recientemente ascendido, que deberá desentrañar el misterio sobre “La French”, el cartel que domina todo.
La tensión que Cédric Jimenez impregna todo el filme, el que se potencia con una cuidada reconstrucción de época no sólo visual, sino musical y estilística, permiten que no se resienta el visionado, aún al poseer una extensión considerable.
La historia de “Conexión Marsella” pone la lupa en la vida de Pierre, en su trabajo, y en su descanso, cuando puede, junto a su mujer y dos hijas.
El director expone ante la pantalla los conflictos con los que diariamente el oficial debe enfrentar y más aún cuando como nuevo líder del equipo antidrogas comience a trabajar con éste y vea cómo el vacio y la poca colaboración puede llegar a influenciar algunas decisiones.
Mientras avanza en la investigación e identifica a Tany (Gilles Lellouche) como la cabeza de la ensamblada y lograda facción, el personaje pasará por una serie de disyuntivas políticas y económicas que terminan por desnudar un complejo problema de corrupción dentro de la misma policía.
Así, Perri deberá decidir continuar enfocado en su tarea sin atender a nadie externo y con las ganas intactas de poder avanzar cueste lo que cueste en el caso.
Pero cuando una mala decisión hace que todo peligre, es removido del caso momentáneamente y luego sumado una vez más hasta la resolución final del conflicto.
“Conexión Marsella” profundiza, de manera atractiva, en la vida de seres que desde el momento cero deciden brindarse a los demás sin medir si la implicancia que en su cotidianeidad esto puede implicar.
La mujer exige un comportamiento acorde al rol que debe cumplir dentro de su hogar, mientras Perri se debate entre el deber ser y el querer hacer sin desatender, al contrario, su rol como hombre clave para lograr, mediante su deducción, la desestructuración de la cofradía que asiste con drogas y asesinatos diariamente a Marsella.
Además, el foco de Jimenez en los impedimentos burocráticos y la corrupción inherente a la fuerza, suman interés a un logrado filme que en detalles como la banda sonora, la vestimenta, y otros puntos, sumados a las logradas interpretaciones, potencian la fuerza narrativa de un filme que, a pesar de su clásica estructura, mantiene vigente un tema que nunca pasa de moda como lo es el del tráfico de estupefacientes.