Conan el Bárbaro

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Acero y libertad

Rugiente, deslumbrante, cautivante adaptación de uno de los clásicos de la literatura fantástica, que barre con la hegemonía que el director John Milius y Arnold Schwarzenegger establecieron en la década de 1980 con sus adaptaciones para la pantalla grande, y le hace honores a la saga Conan el Bárbaro escrita por el norteamericano Ron Howard en la década de 1930.

Tal vez esta película pase desapercibida para muchos, y será porque no hay nombres rutilantes en su equipo de realización. Marcus Nispel, el director, es un especialista en videos musicales de grandes artistas, pero poco conocido por sus obras de ficción a nivel internacional. Jason Momoa, el musculoso que interpreta a Conan, es un actor hawaiano que alguien con mucha memoria fotográfica podrá recordar por la serie Baywatch. Rachel Nichols y Rose McGowan, las dos caras lindas del elenco, son figurines repetidos en películas de terror, ciencia ficción y géneros afines. Sólo Ron Perlman, quien da fuego al monarca y padre de Conan, será reconocido por las capas intermedias de cinéfilos por su inconfundibles tamaño y rostro, su origen francés y su pasado en filmes como los Hellboy de Guillermo del Toro.

¿Qué decir sobre el contenido de la película? Sería injusto poner el acento en alguno de los rubros que se agrupan para darle una energía singular a la historia. Pero hay que intentarlo. Está la fotografía, que desde Rescatando al soldado Ryan a esta parte, puede captar hasta los cascotes de tierra desprendiéndose en partículas después de las explosiones, y de allí en adelante muchas cosas más: la crines de los caballos, las escamas metálicas de los yelmos, las fortalezas de roca erguidas sobre acantilados.

Está la caracterización de los personajes. Los maquillajes raciales. Los peinados. Los distintos tipos de vestimenta de los clanes, de uso militar, uso sagrado o casual.

Están la escenografía y utilería: cascos, espadas, hachas, mazas, catapultas, carruajes, palacios, grutas, tabernas.

Está la acústica, de aceros, graznidos, alaridos de guerra, mazmorras, bosques, mar, navíos en viaje, y todo el universo sonoro asociado a este tipo de historias.

Pero principalmente está el espíritu del personaje y de sus historias. La lucha por la autodeterminación, por la libertad, un sentimiento que en la fantasía tiene un envoltorio que a algunos no pueda resultar atractivo, aunque puede extraerse como la médula del pescado y ser engullido para que se disuelva en la sangre antes de salir a la calle hoy.