Conan el Bárbaro

Crítica de Nicolás Viademonte - Función Agotada

Simplemente sangre

Corría el año 1982 y Arnold Schwarzenegger se puso en la piel del mítico personaje creado por Robert E. Howard, llamado Conán. Hoy, casi 30 años después, de la mano de Conan el Bárbaro, ha vuelto a la gran pantalla el forzudo cimmeriano para ajusticiar al malvado Khalar Kym, que fue el encargado de asesinar a su padre y además de destruir todo su pueblo.

Bajo la dirección de Marcus Nispel, Conan el Bárbaro intenta emular lo mejor de grandes películas épicas de los últimos tiempos para lograr introducir a un gran personaje como Conan en el lugar que se merece, algo que no conseguirá jamás en sus 113 minutos de duración. Los principales y molestos errores del film que aquí nos ocupa son el exasperante tono solemne totalmente ausente de sentido del humor, el subrayado de ciertas cuestiones, el abuso de recursos narrativos como el flashback y la abusiva sobre explicación. Amigo Nispel, no hace falta explicar varias veces la misma escena para que entendamos que la máscara se encuentra dispersa en distintos puntos de la tierra media, con una o quizás dos alcanza y sobra. Tampoco es necesario recurrir al flashback cada vez que no sepas como contarnos algo que pasó en el pasado, o peor aún cuando quieras subrayarnos lo que ocurrió en el pasado con una continua repetición de escenas ya mostradas.

Más allá de los negativos puntos que se mencionan arriba hay que destacar que en Conan el Bárbaro existe un buen desarrollo de los personajes principales compuestos por Conan, Khalar Kym, Tamara y Marique. Incluso las personificaciones a cargo de Jason Momoa, Stephen Lang, Rachel Nichols y Rose McGowan, respectivamente, están a la altura de la exigencia de sus personajes. Otro apartado interesante fue la buena utilización de la violencia mostrada en la cinta, que si bien hacía el final podría haber doblado la apuesta y no quedarse en su sangriento comienzo, no deja de ser un elemento que eleva al film un poco más dentro de la mediocridad pueril que tienen a veces las propuestas del género épico.