Conan el Bárbaro

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Contundente regreso de Conan

Lo mejor de esta nueva «Conan el bárbaro» es que no se trata de una remake del film escrito por Oliver Stone, que dirigió John Milius en 1982. Aquel debut de Schwarzenegger como protagonista (por entonces era mucho más un efecto especial de carne y hueso que un actor, ni mucho menos, gobernador) tenía una magnificencia visual y cierto tono intelectual que la convirtieron en una obra irrepetible, incluso para los altos standards de la muy competente secuela de Richard Fleischer «Conan el destructor» de 1984.

Marcus Nispel, director de clips de rock y de excelentes remakes como la de «La Masacre de Texas», ya apuntaba hacia el lado de la fantasía heroica en su inusual historia de luchas entre vikingos y pieles rojas, la película de culto «Conquistadores», y encaró al nuevo Conan más desde la super acción, el gore y lo sobrenatural.

La violencia es sorprendente ya desde el principio, cuando la madre del héroe lo da a luz en medio de un sombrío campo de batalla, o en el largo prólogo cuando el pequeño Conan preadolescente se liquida, él solito, media docena de feroces invasores enemigos. Luego de la ya inevitable muerte de Ron Perlman, padre de Conan, la película se convierte en una impiadosa venganza contra todos los responsables de su muerte, pintoresco grupo de personajes liderados por el malvado Stephen Lang y su hija hechicera Rose McGowan (dos de los principales factores para recomendar el film, empezando por las garras metálicas al estilo Freddy Krueger de la brujita).

Partiendo de esta premisa, el Conan vengativo que interpreta Jason Momoa es más despiadado y sangriento, y tiene más matices actorales que el que dio fama a aquel lejano Schwarzenegger, algo que ayuda, a pesar de que esto no es «Hamlet». Lo importante está en la acción, con momentos de auténtico terror como una lucha contra espantosos zombies de arena o el tentaculado guardián de una mazmorra acuática, y la riqueza visual fantástica que aprovecha al máximo el estilo del autor del personaje, Robert E. Howard, miembro del círculo de Cthulhu de H.P. Lovecraft, cuyas impresiones oscuras dominan lo mejor de esta sólida, imaginativa y muy entretenida rendición moderna al género de espada y brujería.