Con derecho a roce

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Romance previsible, más destinado al zapping que al cine

El guión de “Con derecho a roce” va acumulando todos los lugares comunes sobre las imposibilidades de la amistad entre el hombre y la mujer, derivando en la típica historia de amor con gags ya vistos.

Chris Evans, más conocido como el Capitán América, protagoniza y también produce una comedia romántica que repite todo el ABC del género sin aportar un ápice de originalidad y haciendo que todo dependa de su carisma y el de la coprotagonista, Michelle Monaghan.

Evan es un hombre que no puede involucrarse sentimentalmente con el más mínimo nivel de compromiso, debido a un trauma infantil relacionado con su madre. En todo caso, como es escritor y debe escribir una historia de amor, tiene que arreglárselas de algún modo, y lo primero que se le ocurre es acudir a sus amistades para que le cuenten sus propias experiencias.

Pero al mismo tiempo, el protagonista descubre a la que podría ser la mujer de su vida (por supuesto Monaghan), aunque el problema ahora es que la chica está a punto de casarse, por lo que la única opción posible es simular una amistad que obviamente pretende ser algo más.

Así es como el guión va acumulando todos los lugares comunes sobre los conflictos e imposibilidades de la amistad entre el hombre y la mujer, derivando en la típica historia de amor con gags bastante familiares y ya vistos, y situaciones que deberían estar prohibidas a esta altura de las cosas, como la de la eterna boda interrumpida.

El director debutante Justin Rerdon maneja el asunto con un ritmo atendible y poniendo el énfasis en la pareja central, que en realidad es el principal motivo para ver una película más apta para un zapping en la pantalla chica que para una sesión de cine.