Cómplices

Crítica de Marisa Cariolo - CineFreaks

Juventud divino tesoro maldito

El director galo Frederic Mermoud tiene una especial obsesión por retratar la adolescencia como objeto de sus historias, etapa que él mismo denomina como la época en que todo se construye y donde el presente se vive con una gran intensidad. Y es justamente esta intensidad con rumbo solo para adelante la que trasunta el romance entre dos de los protagonistas de Cómplices (2009), Rebeca (Nina Meurisse) y Vincent (Cyril Descours).

La elección por parte del director de los actores no fue arbitraria sino que respondió a la estética del film, apuntada a la naturalidad y fuerza motora de la juventud en plena contraposición con los bajos mundos de la prostitución infantil que se ciernen sobre ellos. Ambos jóvenes se conocen en un cibercafé y pronto nacerá entre ellos un amor tan despreocupado e intenso como la misma adolescencia que los hermana.

Pero toda esta energía arrolladora se ve abruptamente cortada cuando el cuerpo de Vincent aparece flotando en el Rhone y su joven novia desaparece. Frente al misterioso crimen develado en la primera toma del film entran en escena los investigadores Hervé Cagan (Gilbert Melki) y la Inspectora Karine Magin (Emannuele Devos), quienes son los encargados de revelar el enigma sobre el destino sufrido por los jóvenes.

La asimetría entre los distintos momentos de la vida de ambas parejas son parte también del contraste del film. El amor joven irrestricto casi irresponsable en contraposición a la búsqueda del amor adulto, desanimado y casi sin esperanzas.

La investigación desarrollada en el marco de un relato no lineal temporalmente nos llevará a compartir un mix entre la historia de amor de los jóvenes y los vestigios de la misma, recogidos por los investigadores en pos de lograr la reconstrucción de los trágicos destinos.

El camino a desandar, junto a las revelaciones obtenidas, colocan a Herve frente a una red de prostitución infantil (una de las frases mas fuertes del film la enuncia una clienta de estas redes: en materia de sexualidad no hay menores de edad).

Intrigas, relaciones intensas, moralidad, sexualidad y asesinato se dan cita en este plato gourmet de la cocina cinéfila gala: ¡la mesa está servida, señores!