Cómplices del silencio

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

Durante el mundial de 1978 llega a Argentina Maurizio Gallo, un periodista deportivo italiano cuya misión es cubrir los partidos de fútbol para el medio para el cual trabaja. Apenas llega el hombre se reencuentra con la parte de su familia que había emigrado hacia estas tierras, y en seguida establece relación con Carlos, su joven primo interpretado por Tomás Fonzi. Ávido además por conocer Buenos Aires y para cumplir el pedido de un amigo que desde Italia le pide que entregue un paquete a su ex mujer, Gallo (Alessio Boni) conoce en seguida a Ana (Florencia Raggi), de quien se enamora.
Es entonces cuando el periodista deja sus obligaciones a un lado para seguir a la argentina, que resulta ser integrante de un grupo de resistencia al gobierno militar. Pronto la historia se vuelve descabellada y el relato, bastante poco creíble, mezcla romance con una crítica al poder de aquellos años, pero de una manera desmesurada y poco eficaz.
Escenas absolutamente previsibles, la recurrencia a lugares comunes, actuaciones exageradas por parte de quienes representan a los militares en el poder y situaciones forzadas, hacen de este film un resultado pobre y absolutamente tendencioso. Hay además escenas de violencia explícitas, innecesarias, que provocan rechazo y no agregan sentido al argumento.
Si algo puede salvar a esta película son las actuaciones de Marrale y Leyrado, quienes brillan con su sola presencia. Fonzi, Terranova y Boni componen muy bien a sus personajes, pero el guión no es sólido y su trabajo no se luce.
El final, por otra parte, además de inesperado resulta poco creíble y flojo. En fin; un film cuya trama se diluye pronto en una historia bastante rebuscada que sirve de justificación al discurso político, la crítica social y la asunción de una postura radical.