Como una novia sin sexo

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Como una novia sin sexo, tercer largometraje de Lucas Santa Ana.
Como una novia sin sexo es un film iniciático que transcurre en un viejo camping donde tres amigos pasaron entrañables momentos de la adolescencia, pero que empieza de a poco a convertirse en un lugar más bien incomodo, a medida que los cambios de intereses propios del crecimiento y la maduración parecen alejarlos irremediablemente.

Daniel, Santi y Adrián son tres amigos desde hace ya muchos años, que han compartido varias vacaciones en ese camping donde hoy se vuelven a encontrar para revivir los viejos ritos de la temprana juventud que se les está escapando de las manos. Repitiendo aquello a lo cual se habían acostumbrado años atrás, se internan en el laberintico campamento hasta encontrar su lugar habitual “El salón de la justicia” en donde arman la carpa en la cual pasaran las próximas tres semanas, tal como hicieron muchas veces en el pasado. Solo que ellos ya no son los mismos que eran, y las tensiones del crecimiento que los va alejando se vuelven cada vez más obvias.

“el sexo arruina todo” le dice Adrián a Daniel apenas comenzada la película, y eso casi funciona como una sentencia. En el camping conocen a Juli, una chica muy liberada sexualmente que se interesa en Santiago casi de inmediato, desatando el conflicto en el cual Adri se siente dejado de lado, y Daniel, quien siente una clara atracción por Santi comienza a conflictuarse con sus nuevas emociones.

En el frondoso e intrincado camping los espacios empiezan a parecer cada vez más cerrados para los personajes cuando Santi trae a Juli con carpa y todo a compartir ese espacio, otrora un lugar libre de “chicas”.

La dinámica entre los actores, más allá de sus cualidades actorales es más que interesante. Daniel y Santiago sin siquiera decir una palabra muestran una cercanía que es tan obvia para el espectador como para Adrián, quien todo el tiempo se esfuerza para ser parte de la manada, pero que queda siempre de lado porque no puede haber lugar para “otro” mejor amigo. La química lograda en pantalla entre Javier De Pietro y Marcos Ribas es realmente palpable para el espectador.

La música acompaña muy bien el relato, como un personaje más que no solo sirve para situarnos en la época, sino también para generar las mismas emociones contradictorias de los personajes.

Sin ser un film extraordinario, Como una novia sin sexo logra contar con mucha honestidad el punto de quiebre que los chicos viven en este verano, y transmite al espectador esa emoción contradictoria de crecer y dejar atrás la sencilla vida sin responsabilidades que es la adolescencia.