Cómo mueren las reinas

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

Lucas Turturro juega con miel y deseos

Construyendo un intenso e hipnótico relato, "Como mueren las reinas" (2021) se presenta como una revisión del subgénero triángulo amoroso, en donde un personaje enigmático terminará por convertir en un calvario la vida de los protagonistas de este intenso thriller.

La primera escena de la nueva película de Turturro tiene a Mara y Juana (Lola Abraldes y Malena Filmus) bailando, maquillándose, sonriendo. La cámara las muestra en su intimidad, reflejadas en un espejo. Todo es alegría, hasta que su tía (Umbra Colombo), irrumpe y desconecta la electricidad del equipo musical, y comienza a indicar todas las actividades que deberán atender en el resto del día.

Las tres viven en una hacienda, en la que, entre otras cosas, diariamente cultivan y producen miel. Mara es presentada como la más “débil”, de las tres, pero también la más decidida a la hora de ir a por sus deseos. Por contraste, Juana, lidera y manipula a Mara para conseguir los objetivos que se impone fuera de las arduas tareas del campo. A saber, indagar en el pasado de sus padres, hablar de jóvenes, y tratar de mantener a su hermana siempre cerca y controlada.

La tía, encargada de las jóvenes tras la muerte de sus padres, impone un régimen cuasi militar de actividades y tareas diarias, y las mantiene alejadas de la tecnología, la televisión, los jóvenes, las tentaciones que considera en general una mala influencia.

La llegada de Lucio (Franco Rizzaro), primo de las menores, con su universo de ciudad, aires de soberbia y particulares gustos musicales, generará un conflicto de intereses entre ellas, que terminará desencadenando una nueva tragedia en la vida familiar y del pueblo.

Como mueren las reinas trabaja con dos líneas narrativas que potencian su estructura de thriller intenso, analizando por un lado el estrecho vínculo entre las hermanas, y por otro, los deseos que ambas poseen sobre el sexo opuesto, los que, con la llegada de Lucio, potenciará el conflicto sobre quién, finalmente, se quede con él.

Además, hay una línea asociada a la vida de la tía, la que, por un lado, se muestra déspota y determinante con las jóvenes, pero maneja una doble moral al mantener un vínculo con un hombre que la rechaza y la utiliza y al que aún no le confiesa un secreto que la mantiene expectante de una respuesta.

La tensión in crescendo, la exploración sonora del relato, que agudiza los sentidos de expectación, y el verosímil con el que se construye el misterio sobre Juana, además, posiciona al personaje dentro de una línea poco explorada en el cine local, asociada a psicópatas que terminan manipulando los hilos del relato a su favor. Filmus compone su personaje con un logrado magnetismo, apoyado en un trabajo particular sobre miradas y silencios.

La utilización del flashback intermitente, en escenas en donde Juana se desequilibra, la poca empatía que comienza a urdirse tras ella y sus acciones, termina por consolidar una propuesta sólida y precisa, que habla de mujeres deseantes, de un triángulo amoroso intenso, en un relato que comienza con música, y culmina también con ella, para subrayar la idea de libertad de las protagonistas y la transformación que hicieron.