Como entrenar a tu dragón

Crítica de Marcos Rodriguez - CineFreaks

El ronroneo de un dragón

Hay una historia que al parecer obsesiona a la industria cinematográfica de los Estados Unidos: la del joven (adolescente o preadolescente) que es diferente a los demás, un poco raro, torpe, malo para los deportes pero inteligente o creativo de alguna forma y que, después de vivir su vida en el rechazo, de pronto se da cuenta de que las particularidades que lo distinguían de los demás son en realidad un talento único que terminará siendo valioso para toda la sociedad y para generar un cambio en ella. La historia del "perdedor" que se convierte en profeta. La hemos visto una y otra vez, en distintos contextos, con mayor o menor éxito. Y la hemos visto muy recurrentemente en el cine de animación.

En este sentido, Cómo entrenar a tu dragón no se sale del molde. Tenemos la historia de Hipo, un joven vikingo -hijo inadaptado del jefe del clan- que vive en una isla asolada por dragones. No vamos a entrar en detalles del argumento pero la cuestión es la de conocer y aceptar a aquellos que son diferentes. Hasta tenemos el infaltable costado romántico en el que el chico raro se enamora de la chica linda que al principio parece que ni siquiera le presta atención y después... Bueno, lo de siempre. Si alguien empieza a ver Cómo entrenar a tu dragón con la esperanza de encontrar innovación, va a salir decepcionado.

Sin embargo, el que esté buscando pasar un buen rato, divertirse un poco, conocer algunos personajes estrafalarios y viajar a un mundo más simple y más mágico que el nuestro puede ver Cómo entrenar a tu dragón sin temor a equivocarse. La película funciona bien como comedia, como película para toda la familia e incluso con el infaltable momento de aventura.

El dúo de directores guionistas es el mismo que unos años atrás había hecho Lilo y Stich, aquella película de Disney que devino serie para la televisión. El reparto de las voces en versión original no apostó por nombres demasiado importantes (más allá de Gerald Butler). Con un acercamiento modesto, Cómo entrenar a su dragón sabe hacer valer sus herramientas.

Como suele ocurrir con las películas de este género, uno de los factores más importantes es el del diseño y en particular el del diseño de los personajes (que en este caso incluye a los dragones). Una fantasía fértil y un gusto por las ilustraciones tipo libro de cuento infantil llevan a una proliferación de especies de dragones coloridas y simpáticas. Pero el más atractivo es, sin duda, el "dragón protagonista", "mochuelo" en la versión doblada, un dragón oscuro y amenazador que se vuelve repentinamente tierno (con un manejo muy sabio del dibujo) y que recuerda a un gato a la defensiva pero fiel o, para los que lo prefieran, un perro juguetón.