Como bola sin manija

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Centrada en un personaje de la vida real que merecía una película, o, al menos una nota periodística, Como bola sin Manija va más allá de su circunstancia anecdótica y se transforma en una módica reflexión sobre una familia disfuncional y sobre la vida misma. El film aborda la personalidad y la existencia de un ex bancario jubilado llamado Rubén, cuyo hábito llamativo es el de negarse a salir de su vivienda desde hace casi tres décadas, a pesar de no tener impedimentos de ningún tipo. Con su casa como epicentro y microcosmos, este extraviado hombre grande no es un completo ermitaño, está vinculado con una vecina con la que se comunica a través de la medianera y mantiene un fluido contacto con tres sobrinos suyos, muy distintos entre sí en su aspecto, sus actividades, su manera de ser y sus actitudes frente al comportamiento de su tío. Abrevando en esta insólita pero limitada situación los directores Pablo Osores, Roberto Testa (ambos responsables del notable film testimonial Flores de Septiembre) y Miguel Frías (también crítico de cine del diario Clarín) construyen un lúcido documental. Sin alardes expresivos ni visuales, con una óptica sencilla y llana, pero focalizando en la atracción de un misterio que precisa ser develado, o, al menos, indagado; aciertan y echan luz sobre un ser singular y por qué no, encantador.