¿Cómo andamos por casa?

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

Lo primero es la familia

Nunca, o casi nunca, se dan este tipo de reseñas, pero no voy a negar que estoy poniendo primera. Y es que el horror del espectáculo que se exhibió ante mis ojos fue de tal magnitud, a un nivel dantesco, de una aparatosidad casi inimaginable… Vamos por partes. Primero, el guion, realizado por el propio director, Boris Quercia, quien además tiene uno de los papeles protagónicos, es espantoso. Se basa en un monólogo cómico. No quiero saber cómo habrá sido de malo ese monólogo. La historia no tiene ni pies ni cabeza, o en todo caso los tiene mal distribuidos, y entonces termina siendo una especie de Frankestein remendado y cosido por todas partes. Y las costuras son tan visibles que uno se queda con la mandíbula desencajada pensando cómo fue que alguien creyó que los chistes burdos que se presentan como la mayor gracia universal posible eran efectivos. Y es que los actores se ríen y tratan de forzar ese supuesto efecto de lo que dicen pero nada acompaña y el espectador se queda preguntándose qué mal hizo para ver tal monstruosidad. Y ahí viene otro punto: el elenco. Los actores.

No se qué movió a la gente de casting a elegir al resto del elenco… suponiendo que hubo un departamento de casting. En su defensa diré que no son del todo malos, pero con una historia que se cae a pedazos, personajes anodinos y una dirección que no sé ni cómo calificar… no se puede hacer mucho. Porque la química entre ellos es nula y parece un mal ejercicio de un grupo de estudiantes de cine de primer año de la carrera. Y estoy siendo injusto e insultante con los estudiantes.

Ni hablar de las otras costuras. La edición…. ¡Por favor, la edición! ¿Qué hemos hecho para merecer esto? La unión entre escenas carece de coordinación alguna. Hay saltos morbosos y en medio se generan dudas que nunca se explican. Pasan cosas y pasan cosas… y lo que falta viene no se sabe de dónde. Tal vez les faltó una jornada de rodaje y editaron con lo que tuvieron. Si no, no se explica.

Si en algún punto plantea algunas críticas desde el humor a cuestiones de comportamiento social, la verdad es que están muy bien disimuladas. Realmente me apena porque carezco de maldad y hasta ofrezco no comentar una película si veo que es insostenible o me da vergüenza ajena lo que veo, las veces en que ello sucede, pensando en todo el trabajo que se ha realizado. Pero de verdad, con una mano en el corazón, es la peor película que vi en, mínimo, una década.