Comer, rezar, amar

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

Interminable búsqueda

Una mujer que cambia rotundamente su vida; de un matrimonio convencional y estancado, pasa a una intensa búsqueda. Atreverse nuevamente a amar implica atravesar un camino difícil, pero animarse a transitarlo puede tener su recompensa.

Julia Roberts encarna a una Liz cuya vida parecía perfecta; pero detrás de su sonriente rostro escondía a una mujer insatisfecha. Luego de poner fin a su matrimonio, decide buscar el equilibrio y la paz interior que tanto necesita. Para ello emprende un viaje a los lugares que cree le darán lo que no tiene. Así, comienza por Italia y allí aprende a estar consigo misma. Las amistades que allí encuentra le ayudan a disfrutar nuevamente de los placeres cotidianos; comer sin cargo de conciencia es uno de ellos.

Luego llega a un santuario en India, en donde aprende a rezar. Paradójicamente, en el lugar en donde adoran a una mujer de carne y hueso, busca y encuentra a Dios.

Cuando logra perdonarse sus propios errores parte hacia Bali, en donde se encuentra con un viejo hechicero que había predicho su destino. Es entonces cuando encuentra el amor, aunque deberá luchar consigo misma para permitirse disfrutarlo.

Basada en la novela del mismo nombre de Elizabeth Gilbert, el film muestra un cuento bastante endeble y por demás extenso. La fragilidad de la protagonista se traslada a la historia, que hasta las aventuras en Italia se sostiene; pero la trama, en un intento de hacerse densa, se torna repetitiva y pesada.

La fotografía es buena y el hecho de transcurrir la acción en culturas diferentes permite mostrar un colorido que le da vida al relato. Los paisajes naturales le aportan algo de frescura y liviandad, la misma con que son tratados los temas trascendentales. En cada destino la protagonista entabla relaciones de amistad que van mostrándole sus puntos débiles y fuertes; pero son muchos lugares, amigos y varias historias; demasiados argumentos para una sola película.

La actuación de la mujer bonita es buena pero no sobresaliente; Bardem en cambio convence un poco más en su papel de hombre que ronda los cincuenta, ya maduro y con una historia de vida fuerte sobre sus hombros.