Comer, rezar, amar

Crítica de A. Degrossi - Cine & Medios

Travel & Living con su anfitriona Julia Roberts

En esta edición viajaremos desde Nueva York hasta Roma, en Italia, para luego ir a la India y finalmente recalar en Bali, Indonesia, donde nuestra anfitriona pondrá en práctica todo lo aprendido en sus viajes anteriores. En Roma la veremos practicando su italiano, comer pizza y pedir un café entre una multitud, para luego hallarla entregada en cuerpo y espíritu a la meditación en India. Nuestra anfitriona conocerá en cada lugar a alguien a quien ayudar y de quien aprender para ayudarse a sí misma.
Antes de iniciar la travesía ya había conocido a un viejo y desdentado curandero que le predijo los que sucedería en el futuro, divorcio incluido. De allí surge este viaje en el cual Liz, tal el nombre que adopta Julia en el filme, buscará su yo interior, sin problemas de dinero a la vista y con todo a su favor, casi como en un cuento de hadas.
Es poco probable que el espectador tolere las casi dos horas y media que dura esta película sin la tentación de dormirse o de abandonar la sala. Julia Roberts carga con un personaje tan vulgar y representativo de lo que una mujer "cosmo" debe ser, que por momentos es imposible no desear verla atacada por un ejército escapado de "300".
Tediosos planos propios del catálogo visual de una agencia de turismo, unidos por un conflicto mínimo, actuado con la mayor dignidad posible por parte de un elenco de notables actores como lo son Richard Jenkins, Javier Bardem o Billy Crudup, quienes hacen lo que pueden dentro de un bodrio que hasta se permite desperdiciar al joven James Franco, con un personaje insulso, intrascendente, insultante.
Un rosario de frases y situaciones que compiten por el galardón a la más cursi, dignas de un suplemento de la peor revista femenina que imaginen, son exhibidas obscenamente por un director que no tiene idea de lo que significa "elipsis".